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Monday, December 11, 2006



El BANDOLERISMO EN LA VIOLENCIA DE LOS AÑOS 50 EN COLOMBIA

Por: Victoria E. González M.

“Esta es la historia de aquel novillo
que había nacido allá en la sierra,
de bella estampa, mirada fiera,
tenía en los cuernos punta de lanza.
Cuando en los tiempos de la violencia
se lo llevaron los guerrilleros,
con Tirofijo cruzó senderos
llegando al Pato y al Guayabero”.

El Barcino, Jorge Villamil


RESUMEN

El presente ensayo tiene como objeto mostrar el proceso mediante el cual, durante la llamada Violencia de los años 50 en Colombia, se produjo el fenómeno del bandolerismo. Para tal fin, en la primera parte se retomarán algunos antecedentes históricos y en la segunda parte se analizará de una manera más profunda dicho fenómeno desde la perspectiva teórica de Eric Hobsbawm.

PARTE I

Cuando se trata de buscar los orígenes de la llamada Violencia –ocurrida en la década de los cincuenta en Colombia–, necesariamente se plantea como causa principal la lucha entre los partidos liberal y conservador. De hecho, se presenta como punto de partida el 9 de abril de 1948, fecha en la cual fue asesinado el líder populista Jorge Eliécer Gaitán y que degeneró en el llamado Bogotazo ; sin embargo, este argumento es fácilmente debatible, entre otras cosas, porque existen cifras en las cuales se demuestra que en el año 1947 ya se habían producido 14 mil víctimas fruto de enfrentamientos de campesinos en los departamentos Boyacá, Santander del Norte y Santander .

El año 1948 se puede tomar entonces como una especie de “cresta de la ola”, dado que se cuentan 43 mil muertos producto de las disputas locales en las cuales el Estado central se muestra como un actor incapaz de interceder. Entre el año 1948 y el año 1953 el balance de víctimas asciende a 140 mil.

Los enfrentamientos de la Violencia no se pueden localizar en un plano ideológico, dado que los partidos Liberal y Conservador no planteaban en este campo profundas diferencias; resulta más pertinente localizarlos en el plano de las adhesiones, rupturas, solidaridades y conflictos de la vida cotidiana agrupadas en dos federaciones que ha designado el historiador Fernán González como “dos especies de subculturas políticas que ligan esas solidaridades y enfrentamientos con una comunidad mayor aún más abstracta, la Nación como una comunidad imaginada” .

La agrupación a esas distintas federaciones (liberal y conservadora) está relacionada con el encuentro entre distintas corrientes migratorias provenientes de departamentos como Tolima, Antioquia y Cauca en zonas de gran riqueza agrícola como es el caso de la Cordillera del Tolima y la zona cafetera. Confluyen aquí familias patriarcales sujetas a los preceptos del clero, colonos marginales rechazados por varias comunidades e incluso presos evadidos de las cárceles acusados por crímenes cometidos en las innumerables guerras civiles anteriores.

Por obvias razones, a medida que estos actores van poblando dichas regiones van acentuando sus diferencias y polarizándose en partidos nominalmente opuestos en sus concepciones frente a la iglesia, la propiedad y las tradiciones .

En otras regiones, los puntos de contradicción se traducen en enfrentamientos por la propiedad de los baldíos frente a las haciendas o de los aparceros frente a los dueños de los latifundios . Colonos y aparceros terminan vinculados a las guerrillas locales justificando estos vínculos a partir de los nexos de dependencia en relación con los hacendados y gamonales de cada localidad .

En las áreas del Sumapaz los partidos influyentes fueron el Partido Socialista Revolucionario PSR, la UNIR (Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria) liderado por Jorge Eliécer Gaitán y el PAN (Partido Agrario Nacional). En la región del Tequendama sentó sus bases el Partido Comunista (PC) en donde, a diferencia del Sumapaz, no había baldíos sino arrendatarios. En el sur del Tolima también se ubicó la base social del Partido Comunista, allí, la disputa central se dio básicamente por la defensa de la comunidades indígenas. Posteriormente la influencia del PC comenzó a extenderse hasta el Sumapaz en donde se dieron los primeros enfrentamientos entre grupos de campesinos de las dos alas, enfrentamientos que repercutieron en la fragmentación del movimiento guerrillero frente al ejército del gobierno conservador de Laureano Gómez. Las guerrillas comunistas por su parte, provenían de grupos de proletarios agrícolas vinculados a las economías cafeteras o de colonos que no estaban consolidados como propietarios; las liberales provenían se sectores conformados por campesinos medianamente acomodados provenientes de una región en donde no había muchas haciendas, campesinos cuya lealtad con el partido liberal les obligaban a dejar de lado cualquier tipo de reivindicación.

Tal como lo explica Daniel Pecaut podemos resumir entonces que la Violencia en Colombia está relacionada con tres aspectos básicos:
• Con la imposibilidad de consolidar la concepción de un orden social unificado.
• Con la irrupción de una nueva representación de la división social y política que surge a través del Gaitanismo y del Laureanismo.
• Con el hecho de que tanto lo social como lo político tienden a descifrarse bajo la dialéctica de amigo-enemigo.

PARTE II

El fenómeno de Violencia llegó a finales de los años 40 hasta tal punto que, tanto las elites liberales como una parte del conservatismo liderada por Mariano Ospina Pérez hicieron un pacto para frenar el potencial revolucionario que se había alzado. La preocupación no era en vano, dado que los llamados por entonces simplemente bandidos, inician acciones que apuntan a cuestionar el orden social. De igual manera, algunos de sus principales exponentes se desvinculan de los partidos tradicionales y se transforman en guerrilleros. Lo anterior permite vislumbrar una cierta independencia política de estos grupos que se refleja en el planteamiento de formas de autogobierno y de legislación propias frente a los hacendados liberales en los Llanos Orientales. La solución que plantean las oligarquías partidistas para frenar esta ola es la "mediación" de las Fuerzas Armadas encarnadas en el general Gustavo Rojas Pinilla, quien asume el poder el 13 de junio de 1953, bajo el lema de "paz, justicia y libertad". En su mandato, se propone la negociación y la solución política del conflicto, seguida de una oferta de amnistía a fin de desmovilizar tanto a quienes resistieron los embates del partido conservador (en este caso las guerrillas liberales) como a quienes defendieron el sistema, es decir, los llamados chulavitas o “pájaros”, un tipo de paramilitares amparados por el gobierno conservador .
Contrario a lo que pensaban quienes se acogieron a la amnistía, ésta no trajo ningún beneficio, por el contrario, mermó considerablemente al movimiento guerrillero en ciernes. Las cifras cuentan que la paz planteada por Rojas Pinilla costó unas 16 mil víctimas. De igual manera, muchos de quienes se acogieron a la amnistía fueron masacrados en los meses siguientes. El caso más emblemático es quizá el de Guadalupe Salcedo Unda, guerrillero liberal asesinado en 1957, un mes después del derrocamiento de la dictadura. Las bandas de “pájaros” que otrora sirvieran al gobierno conservador también fueron perseguidas y asesinadas, como ocurrió con Jacinto Cruz Usma (Sangrenegra), Jacobo Prías (Charro Negro) y Efraín González (Juanito o el Siete Colores) etc. El propósito de este exterminio fue erradicar las células de rebeldes y, de este modo, permitir que los terratenientes liberales y conservadores pudieran consolidar su poder local en regiones ricas en agricultura como el Magdalena Medio y en petróleo como los Llanos Orientales.
El 3 de agosto de 1954 Rojas Pinilla es elegido para el período 1954-1958, período que no concluye . El 1 de diciembre de 1957 se aprueba el plebiscito que dio vía libre a la creación del Frente Nacional, un pacto gestado en España por el máximo representante del partido liberal Alberto Lleras Camargo y el ex presidente Laureano Gómez para enfrentar la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla; Este acuerdo pacta la alternancia del poder durante dieciséis años entre los partidos liberal y conservador (1958-1974) . A pesar los nuevos acuerdos de paz que se plantean esta vez a propósito del Frente Nacional , algunos campesinos no se acogen a las amnistías del gobierno y conforman nuevos grupos que van creciendo y expandiéndose por gran parte del territorio nacional. Este fenómeno que a partir de entonces comienza a llamarse oficialmente Bandolerismo se prolongó durante varios años . El Bandolerismo empieza a desaparecer para dar paso a grupos guerrilleros respaldados por una ideología claramente influenciada por la Revolución Cubana y cuyas motivaciones están centradas en la lucha por transformar el sistema de distribución de la tierra, la injusticia social y el monopolio bipartidista excluyente de otros movimientos políticos .

Gonzalo Sánchez y Donny Meertens en su libro Bandoleros, Gamonales y Campesinos, explican el fenómeno del bandolerismo en Colombia como la yuxtaposición de respuestas individuales a una coyuntura determinada por la falta de regulación de circuitos económicos y la crisis de la dominación sociopolítica en regiones donde la pequeña y mediana propiedad y la mano de obra fluctuante conformaban una parte importante de la economía de la exportación. La región donde se manifiestan con más claridad estas características es la zona cafetera. Debido a las alzas del café ocurridas en 1949, se da un acelerado crecimiento de las áreas de cultivo que rompe el equilibrio con otros cultivos existente hasta entonces. La apremiante necesidad de conseguir más tierras para el promisorio cultivo, conduce al desalojo de los ocupantes de varias haciendas y, por ende, a los enfrentamientos con saldos trágicos . En otros sectores del país como en los Llanos orientales el fenómeno se repite gracias a la adjudicación de tierras a empresarios agrícolas que expulsan a los antiguos colonos que allí se habían instalado. Con esto, los empresarios encuentran una oportunidad de desquite por las medidas adoptadas por el gobierno en el año 1926 . En ese año hablamos de unas organizaciones campesinas fortalecidas, pero la situación es muy diferente en 1949. Si bien esas mismas organizaciones mantienen algunos frentes fuertes en municipios como Viotá (departamento de Cundinamarca) en las regiones cafeteras y de los llanos están diluidas desde hace mucho tiempo debido a la cooptación de sus dirigentes por parte del partido liberal y al surgimiento de diferencias internas sobre los programas de parcelación.

Vemos aquí el fenómeno que mencionamos anteriormente planteado por Sánchez y Meertens, es decir, la yuxtaposición de respuestas individuales a una determinada coyuntura, dado que el Estado no asume el papel de mediador porque se encuentra ausente y no existe una lucha por los derechos colectivos. Por ello, lo que se aprecia es una proliferación de actores vistos como actores cuyas luchas se circunscriben, la mayor parte de las veces, a las haciendas en donde trabajan .

Se puede decir entonces que, tal como lo hemos mencionado a lo largo de este escrito, el desarrollo del bandolerismo se da por una mezcla de razones de tipo económico y de razones de carácter social que a medida que va pasando el tiempo van alternándose. No son pues las tierras, ni en ese momento ni en ese lugar específicos, la causa de las confrontaciones sino más bien, la lucha por el control de los excedentes de la economía del café. Lo anterior pone a los transportadores y a los compradores urbanos los principales actores en disputa en ese momento. Estos actores, como es de esperarse, cuentan con recursos que les permiten crear una especie de ejércitos denominados “cuadrillas” presentadas inicialmente como “hombres de confianza” para salvaguardar sus bienes y sus negocios. Pero esas cuadrillas no se desempeñan solamente como “autodefensas”, su principal labor consiste en desplazarse por todo el territorio cafetero extorsionando y amenazando a propietarios que, debido a la presión, se ven en la necesidad de huir. Las haciendas quedan entonces a merced de las cuadrillas que roban el café para que compradores y transportadores puedan engordar sus arcas . Los propietarios que quedan también contratan sus propias “cuadrillas” para defenderse sus predios y es allí cuando se dan los enfrentamientos más fuertes.

Decimos que las cuadrillas están compuestas en su mayoría por jornaleros pero luego, a medida que van creciendo en importancia y tamaño y a medida que los negocios cafeteros comienzan a mover más dinero se “importan” bandoleros de alto rango como es el caso de “Chispas”, un hombre de origen liberal, que llega de los Llanos orientales para “trabajar” con propietarios del departamento del Quindío.

Bandolerismo social a la colombiana

El panorama dibujado hasta el momento nos brinda algunos elementos para ubicar el fenómeno del bandolerismo desde la perspectiva teórica de varios autores. El más cercano y quien más elementos de análisis nos brinda es, a nuestro modo de ver, Eric Hobsbawm. Partimos del concepto de bandolerismo social expuesto por este autor entendido como la aparición de un grupo de hombres fuera del alcance de la autoridad y de la ley que de forma violenta y amparados por las armas imponen su voluntad utilizando como estrategia la extorsión, el robo y otros procedimientos ilegales. De este modo, al desafiar a quienes detentan el poder, la ley y el control de los recursos, el bandolerismo desafía el orden económico social y político.

Hobsbawm explica además que “el bandolerismo como fenómeno de masas puede aparecer no solo cuando sociedades sin clases oponen resistencia a la ascensión o a la imposición de sociedades de clases, sino cuando las tradicionales sociedades de clases rurales se resisten al avance de otras sociedades de clases, otros estados u otros regímenes rurales”.

En esta descripción inscribimos sin duda al bandolerismo surgido en la zona cafetera porque hablamos de hombres que, actuando fuera del alcance de la ley, desafían a quienes detentan el poder. Desde el plano temporal los situamos en una época convulsionada de la Nación en la cual se vive una un régimen militar, la transición a una junta militar restauradora y, finalmente, “la salida” al enfrentamiento bipartidista mediante el Frente Nacional en busca de la alternancia de los dos partidos tradicionales en el poder. Si bien hablamos de una motivación económica inicial, también mencionamos una transformación del bandolerismo dado que algunos de sus miembros cuestionan el orden social e incluso reniegan de su filiación política.

También vemos identificado el fenómeno de la zona cafetera cuando Hobsbawm explica de qué manera el bandolerismo aparece en “tradicionales sociedades de clases rurales que se resisten al avance de otras sociedades de clases, otros estados u otros regímenes rurales”. La relación se establece mirando en general las regiones rurales de Colombia –de las cuales el eje cafetero no es una excepción– en donde la ocupación del territorio mediante formas de apropiación privada surge desde la época colonial española y continúa en épocas posteriores con la consolidación de políticas de enajenamiento ejecutadas por parte de los sectores más poderosos de la sociedad colombiana.

Del mismo modo, Hobsbawm habla de cómo el bandolerismo disfruta de considerable apoyo por parte de todos los elementos de su sociedad, incluso de quienes detentan el poder. En el caso que nos convoca, vemos como los propietarios, comerciantes y empresarios agrícolas impulsan a este grupo de hombres para que los protejan en algunos casos y en otros para enfrenten a sus adversarios.

Otro aspecto en el que hallamos similitudes con la teoría de Hobsbawm es en lo que respecta a la forma como se manifiesta este fenómeno en el tiempo. El investigador nos explica que “la historia del bandolerismo es la historia de sus esporádicas explosiones de masas, es decir de la transformación de una circunstancia modestamente endémica en numerosos entornos geográficos, en epidemias masiva o incluso en una pandemia”. Vemos que en Colombia, el bandolerismo comienza previo al gobierno de Gustavo Rojas Pinilla y se concentra en la zona cafetera; vemos además que poco a poco se extiende hacia otros lugares del territorio nacional como los Llanos Orientales y que en el año 1964, cuando empieza su caída hay por lo menos un centenar de grupos de esta índole.

La particularidad que podemos encontrar en el caso colombiano es que estos grupos en muchos casos mutan a movimientos armados a mediados de los años 60 -debido a la ya mencionada influencia de la Revolución Cubana entre otros factores- dado que, a diferencia de otras naciones, en Colombia no se consolida un moderno Estado Nacional y, por tanto, el Estado en formación existente jamás logra el monopolio de la fuerza coercitiva. Vemos entonces la aparición de guerrillas como la FARC, el ELN y el EPL muchos de cuyos miembros originalmente hacen parte de las cuadrillas de bandoleros como es el caso de Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo . En este punto, también este movimiento se inscribe en la caracterización que hace Hobsbawm cuando afirma “Cuando el bandidaje se incorpora a un movimiento más amplio, se convierte en parte de una fuerza que puede transformar y quede hecho transforma la sociedad”
Los bandoleros sociales de acuerdo con Hobsbawm son campesinos fuera de la ley a los que el Estado considera criminales pero que permanecen en la sociedad campesina y considerados como paladines, vengadores y luchadores por la justicia. Y es aquí en donde inscribimos el último de los puntos que nos acercan a Hobsbawm al poner de ejemplo a figuras descollantes dentro del bandolerismo que lograron este “rango” de paladín como es el caso del ya mencionado Efraín González “El Siete colores” quien era concebido como una especie de Robin Hood con poderes sobrehumanos que ayudan a enriquecer el mito dado que: “Se afirma que González era buscado por los campesinos boyacenses y santandereanos como su juez supremo. Dirimía en conciencia, y sin trámites ni abogados, cualquier pleito familiar, de tierras e incluso aquellos con ribetes penales. Pero también lo buscaban como su patrono, porque aseguraban que poseía dotes sobre las cuales existe toda clase de leyendas y de mitos: si la policía lo buscaba se transformaba, por ejemplo, en una flor o cualquier otro ser inanimado que despistaba a las autoridades. La recóndita esperanza de los campesinos radicaba en descubrir sus secretos” .

BIBLIOGRAFÍA



CASTILLO, Fabio. Los Jinetes de la cocaína. Intermedio Editores, Bogotá, 1987
GONZÁLEZ, Fernán. Para leer la política, ensayos de historia política colombiana. Ediciones Antropos Bogotá, 1997.
GONZÁLEZ, Fernán y otros. Violencia en la región Andina, el caso Colombia. Ediciones Antropos Bogotá, 1997.
HOBSBAWM, Eric. Bandidos. Editorial Crítica, Barcelona, 2000
PECAUT, Daniel. Violencia política en Colombia. Elementos de reflexión. Hombre Nuevo Editores, Medellín Colombia, 2003.
PECAUT, Daniel. Orden y Violencia. Evolución sociopolítica de Colombia entre 1930 y 1953. Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2003.
SÁNCHEZ, Gonzalo y MEERTENS Donny. Bandoleros, Gamonales y Campesinos. Bogotá, El Áncora, 1983.
www.colombia.indymedia.org

www.sictol.com.co/archivos/doc

Sunday, October 22, 2006





NACIÓN Y PLURALIDAD
Por Victoria E. González M.
“Era un relajo como aventaban los colores los dioses, ni se fijaban dónde llega el color que avientan y algunos colores salpicaron a los hombres y por eso hay hombres de distintos colores y de distintos pensamientos”.

Relatos del viejo Antonio, Subcomandante Marcos


La región de Chiapas se ha caracterizado desde siempre por sus ricas tradiciones culturales y por dos luchas fundamentales, lograr el reparto equitativo de la tierra y defender los derechos indígenas con un solo objetivo: que la comunidad logre mantener su identidad y su autonomía.

En 1984, un grupo de guerrilleros que se autodenominaron zapatistas irrumpe en la Selva Lacandona chiapaneca. Con un ambiente propicio dado por la existencia de las múltiples organizaciones rurales combativas, muchas de ellas consolidadas incluso desde la Revolución Mexicana, los zapatista llegan a plantear el esquema de lucha de clases del marxismo como propuesta de acción desconociendo de este modo la larga trayectoria de lucha social[1].

La evidencia abrumadora de su errónea estrategia obliga a los guerrilleros zapatistas a replantear de manera urgente su proceder. El primer paso para ello es escuchar y estar dispuesto a aprender y a dejar de lado la actitud mesiánica. El segundo, empezar a encontrar los puntos en común con la comunidad para construir una amplia red organizativa. Por su parte, las organizaciones campesinas e indígenas se dividen en "oficiales" e "independientes", dependiendo de la adhesión que presentan al gobierno o al EZLN. De igual manera, extienden nuevas organizaciones étnicas con múltiples demandas específicas, pero la mayoría de ellas suscriben a la propuesta de autonomía. Este estallido generalizado de demandas indígenas de fondo frente al gobierno, se asume como la expresión de una transformación cualitativa de la autoconciencia identitaria y las acciones políticas cuyo detonante lo da el EZLN.

¿Pluralidad étnica vs. Nación?

A partir de entonces comienza a observarse un proceso colectivo y creciente en busca de repensar las identidades étnicas, cuyas raíces se hunden en grandes debates que se venían dando en México años atrás con diversos tintes y posiciones ideológicas[2]:
De una parte está la corriente representada por el indigenismo estatal mexicano, creado en la década de los años 40 con el decreto presidencial del Instituto Nacional Indigenista (INI), el cual buscaba desde una visión paternalista la integración de los pueblos indígenas al proyecto de nación. Esto significa que los indígenas deberían adquirir los principios y las formas de la llamada "sociedad nacional" para de este modo asimilarse en la concepción de "lo mexicano". La tarea histórica del indigenismo era pues eliminar al indio de la vida nacional, ya fuera como individuo, como grupo o como pueblo, dado que tener la condición de indio impedía lograr los beneficios de la vida moderna. Por lo anterior, el indio debía plegarse a la idea de "lo mexicano" para dejar atrás el subdesarrollo propio de las regiones indígenas. Podemos decir que esta noción responde a una visión esencialista que comprende la nación como un “conjunto de rasgos culturales objetivos”, una “cultura objetiva homogéneamente compartida”[3].
En segunda instancia encontramos el culturalismo impulsado desde algunas instituciones públicas y privadas que plantea que los indígenas deben conservar y desarrollar su propia cultura, dentro del marco de la vida nacional. La vertiente historicista del culturalismo sostiene que los pueblos indígenas deben reconstruir su pasado para poder resolver sus problemas desde sus propias concepciones y creencias sin importar el desarrollo capitalista del país. La vertiente etnicista, argumenta que los pueblos indígenas, en tanto poseedores de idiomas y culturas propias, deben desarrollarse con independencia de la cultura nacional, organizando su vida política, social, cultural y económica de acuerdo con sus propios recursos. Finalmente, una vertiente tendiente a tratar a los pueblos indígenas como minorías nacionales, propone que los pueblos deben desarrollarse autónomamente, con sus propios órganos de gobierno y de poder, integrando un país multinacional.
En tercer lugar se encuentra el milenarismo, cuyos defensores argumentan que debe partirse de la restitución y restauración, tanto de los territorios antiguos como de las formas de gobierno y estructuración social que existían antes de la época de la Colonia. Aquí podría ubicarse al historiador Guillermo Bonfil Batalla, quien ante pregunta de si una sola patria es compatible con la presencia de distintas identidades étnicas o si la pluralidad cultural es contraria a la idea de nación, contesta que no, e incluso, se aventura a proponer una estrategia para lograr compaginar diversidad cultural y nación: liberar a las etnias minoritarias del sistema de relaciones asimétricas al que están y han estado sometidas permanentemente por parte de la sociedad dominante[4]. Para fortalecer sus argumentos, Bonfil explica que entre las culturas de origen mesoamericano y las sucesivas variedades de la civilización occidental –que son quienes constituyen los grupos dominantes de la sociedad mexicana– no ha existido nunca una convergencia sino una imposición de las segundas sobre las primeras, consideradas inferiores. La presencia de dos civilizaciones distintas ha implicado por ende, la existencia de dos proyectos históricos diferentes e irreconciliables. En busca de una nueva nación “culturalmente homogénea”, arguye Bonfil, se trató por todos los medios de eliminar a la civilización mesoamericana físicamente o darla por “superada”, llevando su producción cultural a los museos como patrimonio de vidriera. Es por ello que en México se ha propuesto como cultura nacional dejar de ser lo que se es, imponiendo un modelo ajeno que elimine la diversidad cultural y logre unificar a partir de la supresión de lo existente. Y es esta última argumentación la que nos permite inscribir a Bonfil en el milenarismo, tan peligrosamente cercano al esencialismo. Cuando dice que las culturas hegemónicas quieren que México deje de ser lo que es, el historiador está planteando que en México hubo una “cultura única”, una “cultura auténtica” que representaba verdaderamente a la nación mexicana y que fue suplantada por una foránea, y que por tanto habría que retornar a esa cultura.

Dentro de la última corriente denominada indianismo podría inscribirse al movimiento indígena zapatista. Desde una perspectiva netamente política, la corriente indianista plantea dos alternativas: La comunalista que ve en los principios de la comunalidad la base y el sustento de la autogestión indígena y apoya el reconocimiento de las comunidades indígenas como sujetos de derecho público para que, a partir de experiencias concretas, se puedan construir paulatinamente nuevas estructuras y formas de gobierno propias y relaciones más armoniosas con el Estado nacional y la sociedad mexicana. La regionalista entre tanto, asegura que el paso de la comunidad ya está dado y ahora lo más importante es lograr espacios territoriales definidos, que comprendan a uno o varios pueblos indígenas (regiones pluriétnicas) y que puedan en conjunto enfrentar exitosamente los ataques del neoliberalismo.

El movimiento indígena zapatista se ha arrogado el carácter de nacional, dado que pretende congregar a grupos étnicos de diferentes idiomas, culturas e identidades. En su seno, la multietnicidad se plantea como un componente básico y se justifica por la necesidad urgente de una articulación de diferencias reconocidas condensadas en la "costumbre". La "costumbre", que en los pueblos indios se explica como la peculiaridad idiomática, cultural y organizativa de cada grupo étnico e incluso de cada comunidad, se constituye en el soporte de la pluralidad. La nueva comunidad interétnica representada por las organizaciones indígenas, reconociendo que las "costumbres" de los grupos particulares son expresiones diversas de la "costumbre" indígena general, va creando emblemas y enunciados identitarios globales que unifican a los indios en una misma filosofía.
Plantea como proyecto central la defensa de los derechos de los pueblos indios con respeto a la autonomía, a la dignidad y a la negativa de asumir la tierra como mercancía[5]. Y en lo político, aboga por la participación y la representación de los indígenas en el Estado Nacional, en calidad de actores políticos con plenos derechos. La propuesta está íntimamente ligada con una concepción que rompe con la tradición republicana defensora de la democracia representativa y le apuesta a la democracia directa o participativa, entendida como la participación real de los ciudadanos en el gobierno. De igual manera, cuestiona algunos sistemas de representación tales como los partidos políticos cuya legitimidad de mando y cuyo poder para representar a los sujetos sociales está en entredicho, dado que con ello solo buscan consolidar su propio poder.
En la práctica, y quizá más cercanos a la corriente comunalista dentro del indianismo, el 9 de agosto de 2003 los zapatista inauguran en Chiapas los llamados Caracoles[6], pensados como zonas de solidaridad entre localidades afines, en redes de gobierno municipales autónomas que a su vez se articulan en redes de gobierno que abarcan zonas y regiones más amplias[7].
Lo anterior implica por tanto, la instauración de un proyecto de organización social cuyo eje es la autonomía y cuya organización se condensa en la frase “mandar obedeciendo”, es decir, el poder cambiando su relación de sujetador –del que manda– a ser el que obedece. En resumen, la creación de pueblos-gobierno, municipios autónomos en los que las comunidades asumen la responsabilidad de nombrar a sus autoridades locales y a sus delegados para que cumplan con sus mandatos[8].
Tal como lo expresa Jesús Martín Barbero[9], el revival identitario además de hablar de la revancha de identidades negadas o no reconocidas, abre igualmente una posibilidad a las voces alzadas contra las viejas exclusiones. Por ello, en sus comienzos muchos movimientos identitarios reaccionan ante el aislamiento con un autorreconocimiento que los impulsa a convertirse en espacios de memoria y solidaridad y en lugares de refugio en donde los individuos encuentran, según la definición de Bellah, una “tradición moral”. La identidad por tanto, se constituye en un arma capaz de introducir contradicciones en la hegemonía de la razón instrumental. Como uno de estos movimientos identitarios, con todas sus características, ubicamos a los indígenas zapatista.


BIBLIOGRAFÍA

BONFIL, Guillermo. Historias que todavía no son historia, en Carlos Pereyra. ¿Historia para qué? Siglo XXI, México 1980.

BONFIL, Batalla Guillermo. México profundo. Una civilización negada. Editorial Grijalbo, México 1989.

LE BOT, Yvon. El sueño Zapatista. Editorial Anagrama, Barcelona, 1997.

DÁVALOS, Pablo (comp.). Pueblos Indígenas, Estado y democracia. CLACSO libros. Buenos Aires, 2005.

GARCÍA CANCLINI, Néstor. Culturas híbridas, Grijalbo, México, 1990.

GONZÁLEZ CASANOVA, Pablo. Los caracoles Zapatistas, redes de resistencia y autonomía. En Revista OSAL No 11. CLACSO, 2003.

SUBCOMANDANTE MARCOS. Sexta declaración de la Selva Lacandona. Septiembre de 2005.
GONZÁLEZ ESPONDA, Juan y PÓLITO BARRIOS, Elizabeth. Notas para comprender el origen de la rebelión Zapatista, en Revista Chiapas No 1. 2003


[1] Nadie mejor para explicar el fenómeno que el subcomandante Marcos: “Es la clásica historia de la elite revolucionaria que se acerca a un actor de cambio y en torno a ese actor de cambio construye la teoría y el movimiento: el proletariado en el caso de la revolución marxista-leninista. Lo que pasa es que esa propuesta inicial choca con las comunidades indígenas, con su planteamiento, tienen otro sustrato, una prehistoria de emergencias”. En LE BOT, Yvon. El sueño Zapatista. Editorial Anagrama, Barcelona, 1997.

[2] Estas posiciones están clasificadas de acuerdo con el criterio del Movimiento Nacional Indígena Mexicano. Ver en http://www.laneta.apc.org/cni/mh-mni.htm

[3] De esta manera lo explica Alejandro Grimson en “La Nación después del constructivismo. La experiencia Argentina y sus fantasmas. En Revista Sociedad 20/21. FACULTAD DE Ciencias sociales UBA.

[4] Al respecto recordamos los conceptos planteados por Néstor García Canclini. Para este autor, aunque el patrimonio sirve para unificar a cada nación, las desigualdades en su formación y aplicación exigen estudiarlo como espacio de lucha material y simbólica entre las clases, las etnias y los grupos. A diferencia de las comunidades arcaicas en las que todos los miembros compartían conocimientos, creencias y gustos semejantes, en la actualidad, las diferencias regionales, producto de la heterogeneidad de experiencias y la división del trabajo se utilizan por parte de las clases hegemónicas para obtener una apropiación privilegiada del patrimonio común. García Canclini, Néstor. Cultural Híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Grijalbo, 1998.

[5] Este punto se explica porque entre los indígenas, particularmente entre los mayas, la tierra no es un medio de subsistencia sino el fundamento cultural e histórico que junto con el ser humano hace parte de un orden cósmico establecido que no puede perder su delicado equilibrio.

[6] El Caracol de la Realidad, de zapatistas tojolabales, tzeltales y mames, se denominó Madre de los caracoles del mar de nuestros sueños (S-nan xoch baj paman ja tez waychimel ku untic). El caracol de Morelia, de zapatistas tzeltales, tzotziles y tojolabales, se denominó Torbellino de nuestras palabras (muc ul puy zutu ik ju un jc optic). El Caracol de la Garrucha, de zapatistas tzeltales, se denominó Resistencia hacia un nuevo amanecer (te puy tas maliyel yas pas yach il sacál quinal). El Caracol de Roberto Barrios, de zapatistas choles, zoques y tzeltales, se denominó El caracol que habla para todos (Te puy yax sco pj yu un pisiltic , en tzeltal), y (Puy muitit an cha an ti lak pejtel, en chol). El Caracol de Oventik, de tzotziles y tzeltales, se denominó Resistencia y rebeldía por la humanidad (ta tzikel vocolil xchiuc jtoybailtic sventa slekilal sjunul balumil).

[7] Así lo define Pablo González Casanova en el artículo Los caracoles Zapatistas, redes de resistencia y autonomía. En Revista OSAL No 11.
[8] La justificación de la existencia de estas Juntas de Bueno Gobierno en los Caracoles se explica por los Zapatistas de la siguiente manera:
· Para tratar de compensar el desequilibrio en el desarrollo de los municipios autónomos y de las comunidades. Esto debido a que con la existencia de los Aguascalientes se dieron desarrollo distintos entre los municipios, dado que algunos recibían mayor ayuda económica y en proyectos, que otros.
· Para terciar en los problemas eventualmente pudiese darse entre municipios autónomos, y entre municipios autónomos y municipios gubernamentales.
· Para atender las denuncias contra los Consejos Autónomos por violaciones a los derechos humanos, protestas e inconformidades y ordenar a los Consejos Autónomos Rebeldes Zapatistas la pronta reparación de los errores, y vigilar el cumplimiento de las normas.
· Para supervisar y colaborar en la realización de proyectos y tareas comunitarias en los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, cuidando que se cumplan los tiempos y formas acordados por las comunidades.
· Para vigilar el cumplimiento de las leyes establecidas de común acuerdo con las comunidades, funcionen en los Municipios Rebeldes Zapatistas.
· Para atender y guiar a la sociedad civil nacional e internacional para visitar comunidades, realizar proyectos productivos, instalar campamentos de paz y realizar investigaciones que le resulten útiles a las comunidades.
· Para, de común acuerdo con el CCRI-CG del EZLN, promover y aprobar la participación de miembros de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas en actividades o eventos fuera de las comunidades rebeldes.

[9] MARTÍN BARBERO Jesús. En Tecnocultura y Comunicación. Cátedra UNESCO de comunicación. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2002.

Saturday, October 21, 2006


Los reality show
CUANDO LA REALIDAD SUPERA LA REALIDAD

Por: Victoria Elena González M.


RESUMEN

El presente artículo busca hacer un análisis acerca del formato reality show como fenómeno mediático, a partir del estudio de sus principales características: sensación de inmediatez, sensación de realidad, perfil de los participantes, lo privado y lo público y el criterio de participación.

La frase más recurrente cuando se habla de la televisión es quizá la que pronunció alguna vez el pintor Andy Warhol: quien no haya aparecido en televisión por lo menos durante 15 minutos no existe. Pues bien, desde hace más o menos una década la lista interminable de seres “inexistentes” que día tras día se limitaban a sentarse frente a sus pantallas sin la remota esperanza de trasladarse frente a las cámaras ha venido desapareciendo. Y no por obra de una explosión repentina de talentos ni nada por el estilo, sino más bien, por una nueva concepción de los formatos televisivos que ha descubierto en la gente común un nuevo filón para producir altísimos índices de audiencia y por ende, jugosas ganancias.

Hablo de una década atrás cuando me refiero a los talk show, espacios que se consolidaron a finales de los 80[1] gracias a la confluencia de muchos factores entre los cuales cabe mencionar: la saturación del género de ficción por parte de las audiencias; las necesidad de las audiencias de encontrar referentes más próximos que los estereotipos propuestos por los dramatizados[2] y la crisis económica de los canales de televisión que vieron la posibilidad de hacer una revolución con una mínima inversión (un set permanente, un presentador agresivo, panelistas itinerantes y protagonistas que narran su historia sin salario y sin inhibiciones).
El talk show fue pensado para las horas de la tarde, con un perfil de audiencia conformado básicamente por personas con actividades en el hogar (amas de casa, pensionados etc). Llevó a la pantalla el testimonio de seres comunes en apariencia, pero con una “escabrosa” vida íntima que se reflejaba en sus prácticas rituales (miembros de sectas prohibidas), prácticas sexuales (preferencias consideradas inmorales), prácticas sociales (costumbres condenadas socialmente) o experiencias insólitas (por ejemplo, encuentros con seres de otros planetas)[3]. La novedad del formato consistía en convertir en entretenimiento la situación íntima y algunas veces dolorosa de una persona –con la anuencia de esa persona-- ante un grupo de asistentes a un estudio que, de acuerdo con el vaivén del programa, podían convertirse en consejeros, en psicoanalistas, en jueces, o incluso en agresores. ¿La compensación? para el testimoniante, hacer catarsis, pero más que eso, convertirse en estrella con el consabido tratamiento que ello implica e incluso vivir la sensación de que al contar una revelación de este tipo se logra un efecto reparador inmediato[4]. Para quien lo escucha poder satisfacer la perversidad vouyerista y de este modo poder escarbar en las vidas ajenas y conflictos reales sin ninguna culpa y sin sanciones legales.
El papel de los conductores del programa en este trance se limitó en algunos casos a servir de asépticos mediadores que no están “de parte de Dios ni de parte del diablo”; en otros, a fungir de “animadores” que impiden que el programa pierda interés hurgando el lado más oscuro del suceso con preguntas punzantes para poder llevar tanto al público como al protagonista de turno al más alto nivel de paroxismo. Justo cuando se logra este climax, el papel del presentador cambia y se torna conciliador y solidario, en el caso de que el narrador pierda el control[5].
Entre tanto, los cortes comerciales sirven para mantener el suspenso, ya que por lo general se programan como preámbulo de una revelación cada vez más íntima.
A pesar de tener como nicho la televisión, un medio cuya fortaleza radica en lo visual, el talk show se limitó a manejar planos tradicionales sin hacer gala de los artificios que brinda la imagen. Por el contrario, puso todo su empeño en el componente oral porque es éste el que permite a las audiencias tener la sensación de que están estableciendo una comunicación interpersonal con el testimoniante y gracias a ello, otorgarle mayor credibilidad a sus palabras[6].
A diferencia de los años setenta en donde los emporios televisivos vendieron productos terminados (series policiacas, comedias, series familiares) el talk show comenzó a venderse como idea. Esto permitió que cada país hiciera sus versiones “criollas” en las cuales se explotaron los prejuicios propios de cada sociedad. Por supuesto, esto no fue impedimento para que se mantuvieran al aire los talk show precursores o para que se diera el intercambio de espacios de este tipo entre los países[7].

Otros formatos

El formato talk show ha ido perdiendo terreno para dar paso a nuevas opciones que sin embargo han mantenido un elemento fundamental: consolidar al ciudadano corriente como protagonista del espacio.
Se puede hablar aquí del surgimiento del reality-show, definido por los expertos no como un nuevo género televisivo sino más bien como una amalgama de géneros que en su interacción han constituido un formato particular[8].
El precursor de este tipo de programas es Gran hermano[9] surgido en 1999 en Alemania. A partir de entonces cientos de espacios del mismo corte comienzan a aparecer en las televisiones del mundo entero.
A pesar de las diferencias en la construcción de los espacios permanecen unas características particulares que analizaré a continuación:

1. Sensación de inmediatez

De acuerdo con los planteamientos de Gilles Lipovetsky la televisión actual está inmersa en una especie de “embriaguez del directo” es decir una multiplicación de imágenes “en tiempo real y continuo” Lipovetsky(1994) que busca inculcar en los televidentes la sensación de ubicuidad, es decir, de estar presente de forma permanente en todo lo que pasa en el mundo al mismo tiempo[10]. El reality está concebido para mostrar de forma permanente cada uno de los momentos que se viven en el escenario elegido para su desarrollo. Dado que el tiempo de presentación al aire es limitado, muchas veces las programadoras buscan un canal alternativo que durante 24 horas muestre las vidas de los participantes sin importar lo cotidianas o domésticas que resulten sus acciones[11].

2. La sensación de realidad

Reality significa realidad. De hecho, esta característica es quizá la que más se promueve como “gancho” para acercar al televidente a este tipo de espacios. Se trata de ver protagonistas de carne y hueso, situaciones verdaderas, pasiones reales y conflictos auténticos que se viven en directo. Sin embargo, sobre este particular concepto de realidad caben varias dudas. Por ejemplo, la concepción misma del espacio en el que se desarrollan estos programas. Es el caso de “la casa estudio de protagonistas de novela” o “la casita de las Pop Start”, pensadas como una academia—dormitorio—restaurante—lugar de diversiones aislada de todo contacto con el exterior que se ve más bien como un laboratorio en donde un grupo de conejillos de indias son observados permanentemente y puestos en condiciones propicias para que sus actuaciones tomen unos giros particulares, los giros que necesita el programa para mantener a la expectativa a las audiencias. Aislamiento, caracteres opuestos, competencia por un premio, convivencia con extraños, enfrentamientos públicos, exigencia de poner en entredicho a los contrincantes, hacen que las actuaciones de los participantes disten de lo que podrían ser en la “realidad”.

3. El perfil de los participantes

Como lo mencioné anteriormente, para el reality es fundamental la participación de “ciudadanos de a pie”. Esto busca mostrar tres aspectos fundamentales. Por una parte plantear una especie de democratización que permite la entrada de cualquier
persona en un ámbito anteriormente vedado para una población “selecta”. Es el caso de los realitys orientados a dar a conocer talentos ocultos. En ellos se hacen convocatorias públicas para quienes poseen talentos especiales pero no cuentan con “palancas” para darlos a conocer.
Sin embargo, la elección de los participantes no siempre responde al “espíritu democrático” que se plantea. Sin duda las concepciones estéticas que imperan en los medios tienen gran peso a la hora de decidir un ganador, al margen de que sea el más talentoso o el más creativo.
Cuando se trata de otro tipo de realitys en los cuales se plantean la convivencia y la superación de pruebas como únicos requisito para ganar, la elección de los participantes tampoco es tan “democrática”. Más bien depende de las características personales físicas y principalmente emocionales que el espacio necesite. Para el casting es importante encontrar personalidades opuestas, profesiones y niveles sociales diferentes (aunque la mayoría de los participantes pertenecen a las clases medias y medias bajas urbanas) y, sobre todo, concepciones morales y religiosas disímiles. De este modo se garantiza que haya una pugna constante que alimente el morbo de los televidentes. En algunos casos particulares como The Bacheloret[12] que en Colombia se presentó como “El mejor partido” las elegidas para participar no tenían diferencias sustanciales entre ellas, eran físicamente atractivas sin ser excepcionales, con una educación promedio y y una clase social media-media alta. Aquí los productores contaron con que el hecho de ser mujeres en competencia por un hombre guapo y aparentemente adinerado permitan que aflore al tope el instinto de competencia femenino.

El segundo aspecto que se plantea en cuanto al perfil de los participantes es la el que atañe a la construcción de discursos que promueven desde la ejemplificación mediante testimonios, comportamientos dignos de imitar en la sociedad de la que se hace parte, para de esta manera mostrar al espectador cuáles son las normas que debe seguir. Como ejemplo de ello podemos mencionar la visita que realizó el presidente Uribe al set de Gran Hermano para solicitar a los participantes la promoción del referendo[13].

Conectado a este segundo aspecto, se encuentra lo que algunos expertos han dado en llamar la “autobiografía universal” es decir, identificar a una sociedad a partir de un grupo de individuos de esta, algo que se realiza mediante estrategias de ocultación de los mecanismos de producción, de mediación y de manipulación[14]. Quienes participan en estos espacios se presentan como “un país en miniatura”, un “botón de la muestra”. Si por casualidad el jugador que resulta ganador no cumple las expectativas morales de las audiencias, de inmediato se plantea como un fiel reflejo de la “pérdida de valores” que vive el país. En el caso contrario, si gana el mejor, se muestra como un ejemplo de cuán valiosa es la gente de Colombia y cuan probable que esa gente saque adelante al país con ejemplos como este. Esto último se da quizá por una carencia de figuras representativas en un país, que hace que el público convierta en héroes a estas efímeras figuras.

4. Lo privado y lo público

Así como la modernidad marcó una clara distinción entre lo privado y lo público en nuestra época está marcada por una ambigüedad entre los dos términos.
En los realitys desde la perspectiva en un espacio mínimo y aislado en donde la convivencia es estrecha, la privacidad es prácticamente una utopía. La presencia del ojo vigilante de la cámara impide ocultar la desnudez, la desazón, el comentario inoportuno, el desgano, la incorrección al comer, los deseos carnales y hasta los fisiológicos[15].
La misma temática de algunos de los realitys conlleva necesariamente que la intimidad quede expuesta. En algunos está planteado de manera explícita como es el caso de los espacios pensados para conseguir esposa o esposo. Por obvias razones a lo largo de su desarrollo deberán aflorar sentimientos íntimos, confesiones, pasiones y decepciones. En otros no está planteado de manera tan clara pero de igual manera la intimidad aflora. Como ejemplo tenemos el reality “Tu casa, mi casa” en el cual dos parejas de vecinos intercambian su casa durante 48 horas –la casa, que es el espacio más privado de cualquier sujeto-- para transformar una habitación de la vivienda de acuerdo con el gusto de cada cual.

Hay pérdida de la intimidad más explícita aún en los programas diseñados para que los participantes muestren su peores defectos físicos y convenzan a los jurados de que son los más indicados para obtener el premio: una cirugía plástica reconstructiva que les cambiará la vida, como es el caso de Cambio extremo.

La exposición extrema de la intimidad pone al concursante a expensas del impacto que su confesión causa en los televidentes. Es el caso de una concursante de Gran Hermano versión Colombia quien en busca de el apoyo del público en el momento de la votación para elegir quién debía permanecer en la casa, confesó su pasado de prostitución, drogadicción y abusos sexuales ante las cámaras de televisión. Igualmente, vale mencionar el caso de una pareja de concursantes quienes hicieron evidentes momentos de intimidad, situación que se aprovechó en el espacio posteriormente para generar expectativas en torno a un supuesto embarazo de la participante.
Por parte de los productores de estos programa se explicita la intencionalidad de quebrar el ámbito privado de los participantes[16] volviendo esta acción sistemática y como un recurso que da legitimidad a cuanto se da a conocer en el programa.
La justificación de esta exposición de lo privado parte para los productores del hecho de que son los participantes quienes permiten e incluso disfrutan de la invasión a su privacidad[17]. La relación se plantea entonces casi de una forma simbiótica; por una parte el exhibicionista (concursante) que goza exponiéndose y el voyeur (televidente) que goza viendo la exhibición.

5. El criterio de participación
En un momento histórico en el cual los espacios de participación son cada vez menores, el reality le vende a sus audiencias las idea de poder participar y decidir el destino de los concursantes. Para este fin los invita a utilizar los medios que están a su alcance, Internet, teléfono celular o línea fija, para manifestar su amores o su odios. Las audiencias sienten el poder de decisión que les ha sido negado desde siempre. Cuando se trata de espacios que fomentan el lanzamiento de nuevas estrellas de la actuación o el canto, el poder se acentúa más. Esto porque se le crea la sensación de que tiene el suficiente criterio para decidir sobre un tema digno de “especialistas”. La participación no solo se da por el envío de un voto o de un mensaje de texto. Socialmente, el hecho de estar enterado de lo pormenores diarios del reality de turno le permite a una persona compartir espacios con sus amigos en los cuales encuentran motivos de conversación a partir de “el último amenazado”, “la prueba de supervivencia”, e incluso simpatías o antipatías comunes con respecto a tal o cual participante.
Ante las inmensas filas de potenciales participantes que se forman frente a las programadoras gracias el anuncio de un nuevo reality existen comentarios recurrentes. Uno de ellos es que éstas reflejan la situación de un país que cada día brinda menos oportunidades a sus ciudadanos y, por tanto, estos recurren a cualquier cosa, aún a exponerse al ridículo en un espacio de televisión. Pues bien, el análisis debe ir más allá de esta reflexión. No sólo se trata de la búsqueda de una oportunidad por parte del ciudadano común, sino más bien de otras búsquedas: la expectativa de obtener un premio sin mucho esfuerzo (tal como lo anhelan los compradores compulsivos de lotería), la oportunidad de lograr un sueño en pocas semanas, por ejemplo protagonizar una telenovela luego de tener un mínimo “entrenamiento”; la posibilidad de encontrar una oportunidad por carambola[18] o simplemente la satisfacción de permanecer en la mente de los televidentes durante un par de meses. Algunos también tienen sus anhelos muy personales como lograr la aceptación de sus familias después de haber luchado por defender sus preferencia sexuales o de haberse alejado de éstas por conflictos internos. El estrellato en este caso se convierte en una especie de halo mágico que borra las heridas, con mayor razón si el participante logra ganar.

Aunque a diario la crítica de televisión llene sus páginas para cuestionar al reality no se puede negar que se ha convertido en un fenómeno de masas. Sus productores han encontrado en él una importante oportunidad de remozar la industria televisiva tan de capa caída en los últimos tiempos. Produce dinero, diversión fácil, no cuestiona, no obliga a pensar y llena espacios.
BIBLIOGRAFÍA
Lipovetsky, Gilles. El crepúsculo del deber. Colección Argumentos. Editorial Anagrama. Barcelona, 1994.

Monsiváis, Carlos. Aires de familia. Colección Argumentos. Editorial Anagrama. Barcelona, 2000.

Bourdieu, Pierre. Sobre la televisión. Colección Argumentos. Editorial Anagrama. Barcelona. 2003.
González Requena, Jesús. El discurso televisivo: espectáculo de la posmodernidad. Cátedra. Madrid, 1988.
García Canclini, Néstor. Culturas Híbridas. Estrategias para entrar y para salir de la modernidad. Grijalbo, México. 1989.
Valera S. Vidal, T. Privacidad y territorialidad. Psicología ambiental. Madrid, Alianza.
Rincón Omar. Realities, la narrativa social de la televisión. En Revista signo y pensamiento No 42. enero-- junio 2003.

[1] Los talk show realmente comienzan en los años 50 en los Estado Unidos como sesiones de magazines. Inicialmente se trataba de entrevistas en directo con celebridades que acosadas por las preguntas terminaban revelando secretos insospechados.

[2] Si bien las historias que se narran el los talk show no son cotidianas en absoluto, el grado de identificación del televidente se logra en la medida en que éste siente que quien está narrando la historia podría ser su vecino, un familiar o, porqué no, él mismo.

[3] Al respecto Carlos Monsivais explica en su libro Aires de Familia “la franqueza implacable se ha dado al amparo de una premisa posfreudiana: cualquier vida, la que sea, oculta misterios, y esos misterios, en tiempo de negociación voluntaria de la privacidad, ansían ser dichos en voz alta. Ya no es hora de ocultamientos” Monsivais (2000).

[4] Para Carlos Monsivais el eje de estos programas no son las situaciones extremas sino el reconocimiento de una nueva moral pública que, entre otras cosas, se imponen sobre la nueva práctica del los silencios que son autorreproches. Y ese derrumbe de inhibiciones cunde entre los hispanos de Estados Unidos, de alguna manera vanguardia del comportamiento en el universo latinoamericano.


[6] Frente a estos espacios el espectador raso se inmiscuye hasta tal punto en la historia que se apropia de la experiencia ajena olvidando que la narración televisiva descontextualiza los acontecimientos.
[7] Tal es el caso de ¨El show de Cristina¨, dirigido a la comunidad latinoamericana de Miami que tuvo difusión en todos los países hispanos o ¨Laura en América¨ producido en Perú que en Colombia se transmitió en diferentes horarios con índices significativos de sintonía.
[8] Este formato recoge elementos del melodrama, el programa de concurso y los géneros de ficción.
[9] En 1984, la novela de George Orwell , Winston Smith vive en una sociedad en donde la técnica está muy avanzada y cada ser humano está constantemente vigilado. No se trata de una novela futurista o de predicciones, sino de una antiutopía para poder desentrañar los regímenes totalitarios. El espacio Gran Hermano toma algunos elementos de esta famosa novela fundamentalmente la existencia de el ojo vigilante que está en cada rincón. En este caso se trata de la cámara. Igualmente la existencia de un confesionario que permite a los participantes exponer sus preocupaciones sin que sus compañeros los escuchen, paradógicamente ese lugar “intimo” es una cámara dirigida a los televidentes.

[10] Lipovetsky explica “en la hora de la hipermediatización lo esencial es producir el vértigo de ¨ver todo¨ lo más rápido posible como si se pudiera abolir la distancia entre los hechos y sus representaciones, como si bastara con acelerar el ritmo de la información para comprender mejor la historia que está a punto de hacerse. En adelante, la lógica de la comunicación impone su ley a la información, el imperativo es el efecto de contacto y de sobrepresencia, de hiperrealidad y de inmediatez”.
[11] En Gran hermano por ejemplo, a lo largo del día las escenas se limitaban a mostrar el desplazamiento de los participantes por todos los sitios de la casa realizando labores como lavarse los dientes, cortarse la uñas, barrer, dormir o preparar las comidas. Podría plantearse en este punto como hipótesis algo que ya se ha dicho en muchas oportunidades: el hecho de que la sociedad actual, ante la caída de los grandes relatos esté asistiendo al remozamiento de los relatos de la vida cotidiana.

[12] El espacio consiste en que un hombre debe elegir esposa entre 25 mujeres a las que “conoce” y con quienes “comparte” momentos individuales y colectivos en una isla. Poco a poco él va eliminando participantes hasta que encuentra “a la mujer de sus sueños”.
[13] En ese momento político del país los concursantes de gran hermano hacían parte de la cotidianidad de los hogares, y por tanto personas “como uno” con criterio “confiable”.

[14] Según Roberto Arnau Díez, esa “biografía universal” se constituye a partir de la recopilación de los diferentes fragmentos autobiográficos, solamente en su dimensión oral ya que cuando se ven sometidos a la mediación televisiva, mediante la intervención de la planificación y del conductor del programa se convierte en biografía en el sentido tradicional de la palabra, entendida esta como un discurso en el que no coinciden el sujeto de la narración, el autor y el yo, puesto que la televisión en cada programa construye un relato-icónico-verbal a partir del conjunto de narraciones de los participantes.
[15] Esa exposición es justamente uno de los atractivos más grandes de los realitys porque hace a sus protagonistas “más humanos” “más cercanos” a los ojos de las audiencias.

[16] La idea de una sociedad que renuncia a los espacios privados implica abandonar el cocepto de constitución social de la subjatividad.

[17] Según el modelo dialéctico de Irwin Altman, psicólogo social, una adecuada privacidad resulta del equilibrio entre el grado de privacidad deseado y el realmente obtenido, y estos dos aspectos son definidos por cada persona en cada situación concreta de interacción y regulados por múltiples mecanismos de carácter verbal, sociocultural y espacial.

[18] Es el caso de uno de los participantes de Expedición Robinson Colombia que terminó como actor de una telenovela aunque no había estudiado actuación. Igualmente otro de los concursantes fue elegido para presentar un programa de telvisión.

Monday, October 16, 2006


A PROPÓSITO DE SI LAS PAREDES HABLARAN
Por Victoria E. González M.

Uno de los recuerdos más nítidos que tengo de la niñez vivida en la década de los 60 es la imagen que día tras día se veía desde los pequeños ventanales del apartamento en el que habitaba con mi familia. Una tienda, un poste de la luz, un edificio antiguo de cinco pisos con portón negro, una calle gris y docenas de transeúntes vestidos de oficinista. Crecí con la idea de que esa era una imagen compartida por la mayoría de niños de mi generación, pero al llegar a la adolescencia entendí de sopetón que mis amigos abrigaban otros recuerdos. Al relatar su etapa infantil hablaban de animales mitológicos llamados vacas y chivos que rodeaban sus casas, y no de gozques famélicos que lamían botellas de leche vacías, de árboles frutales y no de postes, de establos y no de tiendas. Cuando comencé a oír esos relatos entendí por fin que yo era un bicho netamente urbano que amaba el parque de La Independencia en donde aprendí a dar mis primeros pasos, que añoraba los paseos al Ley de la calle 24 a comer helado de máquina y que, de no ser por el álbum de chocolatinas Jet, jamás habría conocido las ovejas.

Las primeras novelas que leí en el colegio, allá por los 70, me hablaban de ríos, de capataces, de caballos, de manigua y de llanos, relatos que por supuesto, le parecían a mi mente asfaltada, ciencia ficción de la más pura. Entre ese boom de lo costumbrista colombiano que por esa época se vivía en el colegio y ese boom del realismo mágico que hervía entre los escritores nacionales, lo urbano seguía en segundo plano, a pesar de los buenos oficios de Andrés Caicedo, Luis Fayad, Nicolás Suescún, Fanny Buitrago, Laura Restrepo, Antonio Caballero y Roberto Burgos Cantor entre otros, quienes desde sus relatos seguían empeñados en demostrar que no todo era verdor, magia y guaduales.

Definitivamente lo urbano comenzó a pisar fuerte con ese viaje de opio rumbo a las nubes al que nos condujo Rafael Chaparro Madiedo allá por los ochenta. Él fue quien abrió la puerta por la cual algunos entraron con todos los honores mientras otros, en un acto de abuso sin límites, se colaron. Hablamos de Giraldo Magil, de Moreno Durán, de Collazos, de Vallejo, de Franco, de Potdevin, de Sánchez Baute, de Ramos, de Mendoza, de Gamboa… ya juzgarán ustedes quien se coló y quien entró con todo su derecho.

Con este despliegue de obras de todo tipo, los amantes de lo urbano nos lanzamos ávidos a devorar calles, edificios y avenidas, miserias, inmigrantes, tugurios y soledades. Algunos a devorar hasta el hartazgo, un hartazgo que condujo a muchos de nuevo a renegar de lo urbano y buscar la magia del realismo o el realismo de lo mágico.

En ese punto y hora encontramos a Si las paredes hablaran de Javier Correa, Premio Novela breve 2006, 25 años del Taller de Escritores, otorgado por la Universidad Central de Bogotá. Javier, cuya escritura fue descrita por Edgardo Lois, en el periódico digital Desde Boedo, (publicado desde Argentina) como “una escritura precisa, calma; la escritura de un escritor que sabe de contar historias, un escritor con pulso y dominio de la herramienta”.

En Si las paredes hablaran, Javier nos sorprende gratamente con su incursión en la literatura urbana, luego de su anterior novela La mujer de los condenados, que transcurre en un ambiente rural en el que afloran las heridas mal curadas de la Violencia con mayúscula de los 50. Y digo que nos sorprende gratamente, no solo por el giro geográfico, sino porque Si las paredes hablaran da elementos para confiar en un remozamiento del género, gracias a la riqueza de sus elementos y de sus personajes.

Las descripciones prolijas que conducen al lector de la mano por una de las calles principales de esta Bogotá amada y odiada, el acertado uso de la polifonía que logra que el autor cumpla a cabalidad la tarea de darle la palabra a distintos interlocutores para ponerlos a conversar libremente; los diálogos conmovedores plagados de recuerdos pero, ante todo, la precisión en la caracterización de los personajes, nos permite pensar que la novela urbana ha vuelto por sus fueros.

Me detengo especialmente en dos elementos de Si las paredes hablaran: De una parte, la utilización de la polifonía, de otra, la riqueza en la invención de los personajes. El primero de dichos elementos no es una nueva experiencia para Javier. En La mujer de los condenados lo vimos meterse en el intrincado proceso de asumir la piel, los huesos y las vísceras de una prostituta que tenía como aciaga misión brindar los últimos momentos de amor a hombres condenados a muerte. En esta segunda oportunidad lo vemos pasearse campante entre la primera y la tercera persona femenina y masculina obligando al lector a permanecer atento para evitar perderse en esa red de voces narrativas tejida con el propósito de mostrar lo que piensa, lo que siente y lo que vive cada uno de los personajes. Con este estilo sin duda, Javier subvierte —un verbo que él sabe conjugar muy bien— los cánones de la novela tradicional.

Del segundo elemento me seduce en particular la protagonista Amaranta, personaje designado con un nombre de gran peso para la narrativa colombiana, mujer gris, decadente, de apariencia insípida que alguna vez fue hermosa y que en soberbia metáfora se compara con el edificio López Santamaría, en franco deterioro y a punto de ser demolido. La Amaranta siempre virgen, siempre solidaria, siempre solitaria, deseada pero impertérrita ante el deseo carnal de tantos otros.

Continúo con Octavio, otro solitario que busca refugio en Pamela, una mujer complaciente y derrotada; con el viudo Ulloa y su hijo Ignacio, hombres íntegros venidos de “tierra caliente”; con Bernardina de López Santamaría, quien a pesar de las miserias a las que queda expuesta en su viudez, aún conserva la dignidad en la frente y en el bastón y con Alberto Ruiz, burócrata que como tantos otros de su especie, termina cediendo a la tentación del acto corrupto. Algunos de ellos encarnan la incertidumbre y la crisis de identidad del inmigrante, otros las trasgresiones propias de la crisis de valores contemporánea y otros tantos develan a través de sus diálogos una herencia de aplastante solemnidad y anacronismo.

Mirada desde una perspectiva más amplia, Si las paredes hablaran es un retrato de la ciudad fragmentada, que ve en la decadencia de sus construcciones el desmoronamiento de una tardía modernidad mancillada con estiércol de palomas, para da paso a los retazos de una posmodernidad de conjuntos cerrados, centros comerciales y parques con nombres rimbombantes. Con todos estos elementos enriquecedores podemos afirmar entonces que Javier Correa no necesita entrar con honores por la puerta que dejó abierta Rafael Chaparro sino que logra sin dificultad atravesar por unas paredes que tienen mucho de qué hablar.

Sunday, October 15, 2006


LOS DOS CUERPOS DEL DICTADOR


Siento una gran fascinación por el poder, y no es una fascinación secreta. Al contrario, creo que es evidente en muchos de mis personajes, hasta en Úrsula Iguarán, que es tal vez donde menos la han notado los críticos. Y es por supuesto la razón de ser de El Otoño el Patriarca. El poder es sin duda la expresión más alta de la ambición y la voluntad humana, y no me explico cómo hay escritores que no se dejan inquietar por algo que afecta y a veces determina la realidad en que viven.

Gabriel García Márquez, El olor de la guayaba



RESUMEN

Este ensayo parte de los estudios de Ernest Kantorowicz expuestos en el libro Los Dos cuerpos del Rey, un estudio de teología política medieval, sobre la ficción legal que explica la existencia de dos cuerpos en el Rey --un cuerpo natural y otro político, el primero mortal y el segundo conformado por la política y el gobierno-- para hacer un paralelo con el cuerpo del dictador tomando como ejemplo al protagonista de la novela El otoño del patriarca.

El poder es el poder, ya sea ejercido legalmente o detentado. Si no hay mecanismos que lo regulen su consecuencia irremediable es la tiranía. Mucho se habla de la tiranía, pero más que de la tiranía, del perfil del dictador. Se lo describe en general como un personaje oscuro de sórdido pasado, un sujeto otrora sometido que no desperdicia la oportunidad, ahora que ha llegado su turno de cobrarse una tras otra todas las malas horas que tuvo que vivir. Un ambicioso irrefrenable que nunca se harta del mando, no admite que ha conseguido la suficiente grandeza y, sobre todo, jamás abandona el poder voluntariamente.

Los dictadores no tienen color ni nacionalidad. Se dan en todas las latitudes cada uno con características propias de su lugar de origen. Sus desmanes y sus excentricidades han alimentado muchas páginas de la historia y, sobretodo, de la literatura aprovechando la licencia que tiene esta disciplina para entrar de lleno en el terreno de lo inverosímil. Existe incluso un subgénero que se ha denominado literatura de dictadores en el que caben escritos que van desde los textos de Plutarco, pasando por Shakespeare o Valle-Inclán hasta llegar en los últimos tiempos a la producción de grandes escritores latinoamericanos como Alejo Carpentier, Augusto Roa Bastos, Mario Vargas Llosa, Miguel Ángel Asturias y Gabriel García Márquez.

El Otoño del Patriarca de Gabriel García Márquez es una de las novelas en donde quizá se ve con más claridad el prototipo del dictador[1]. En ella, el escritor colombiano construye un personaje a partir de anécdotas, de momentos históricos y de rasgos físicos característicos de varios dictadores que asolaron a América Latina en distintas épocas, en un dechado perfecto cuyos puntos de costura son prácticamente imperceptibles para el lector.

El personaje central de El Otoño… vive en algún lugar del Caribe, no tiene nombre (¿Rafael Leonidas Trujillo? ¿Juan Vicente Gómez? ¿Anastasio Somoza?), ni edad, ni tiempo pero, por sobretodo, no tiene límites. La falta de límites de éste y de todos los dictadores no puede verse únicamente en los desmanes que cometen, que en la mayor parte de los casos no trascienden la anécdota macabra, sino principalmente en su actitud frente al poder, en su forma manejar el Estado y en la sensación de inmortalidad que los acompaña y que termina por convertírseles prácticamente en una certeza.

Coincidencias y divergencias

Un primer punto para tener en cuenta en la construcción de un paralelo entre los dos cuerpos del Rey y los dos cuerpos del dictador apunta a determinar las diferencias y las similitudes que existen entre estas dos figuras desde el punto de vista político.

El Rey representa pues la cabeza de un cuerpo político constituido para dirigir al pueblo y para tener a su cargo la administración del bien común. Se lo ve como a un guardián de la corona elegido por el mecanismo de sucesión.

El dictador entretanto, también representa la cabeza de un cuerpo político, pero su ejercicio está fundado en un poder que hace evidente mediante el uso irregular de los instrumentos coercitivos del Estado[2]. El origen de ese poder es incierto y no tiene ningún tipo de control externo, por ello es ilimitado.

“… Todo el mundo dice que usted no es presidente de nadie ni está en el trono por sus cañones sino que lo sentaron los ingleses y lo sostuvieron los gringos con el par de cojones de su acorazado…”

El Estado dictatorial es un Estado inconstitucional en el cual el dictador viola la constitución, escribe una constitución que le permite todo o simplemente obra por la fuerza de sus impulsos, intereses o deseos sin ningún asidero constitucional, como es el caso del dictador de El Otoño…

“…él solo era el gobierno, y nadie entorpecía ni de palabra ni de obra los recursos de su voluntad, porque estaba tan solo en su gloria que ya no le quedaban ni enemigos…”

“…Era difícil admitir que aquel anciano irreparable fuera el mismo hombre mesiánico que en los orígenes de su régimen aparecía en los pueblos a la hora menos pensada sin más escolta que un guajiro descalzo con un machete de zafra y un reducido séquito de diputados que el mismo designaba con el dedo según los impulsos de su digestión…”


Cuerpo mortal, cuerpo inmortal

En los informes de Edmund Plowten recopilados y escritos en el reino de Isabel I y retomados por Ernest Kantorowicz en su libro, se plantea para el Rey la existencia de un cuerpo natural considerado mortal y expuesto a las flaquezas propias de la condición humana y de otro político, formado por la política y el gobierno por lo cual, ninguna de las limitaciones que pueda tener el primero logra poner escollos al segundo.

Con respecto al dictador del El Otoño del Patriarca también se puede ver la existencia de un cuerpo natural y otro político. Sin embargo, el cuerpo natural de este personaje en particular no se percibe como un cuerpo natural en todo el sentido de la palabra. En primer lugar, porque es un cuerpo incierto, ya que su descripción tanto externa como psicológica están dadas a partir de reconstrucciones hechas con testimonios incompletos que fluctúan entre la realidad y el mito. Esto porque se lo conoce de versiones que pasan de generación en generación y de recuerdos inciertos que apenas logran dar cuenta de sus manos de doncella, de sus pies aplanados, de su testículo descomunal o del silbido de su potra.

“…porque ninguno de nosotros lo había visto nunca, y aunque su perfil estaba en los dos lados de las monedas, en las estampillas de correo, en las etiquetas de los depurativos, en los bragueros y en los escapularios, y aunque su litografía enmarcada con la bandera en el pecho y el dragón de la patria estaba expuesta a todas horas, en todas partes, sabíamos que eran copias de retratos que ya se consideraban infieles de los tiempos del cometa”.

“…en nuestra época no había nadie que opusiera en duda la legitimidad de sus historia, ni nadie que hubiera podido demostrarla ni nadie que hubiera podido desmentirla, si ni siquiera éramos capaces de establecer la identidad de su cuerpo, no había otra patria que la hecha por él a su imagen y semejanza con el espacio cambiado y el tiempo corregido por su voluntad…”

En segundo lugar, decimos que el cuerpo físico del dictador no es cuerpo natural corriente porque al personaje se le asigna “una edad indefinida entre los 107 y los 232 años”. Por supuesto esta enunciación no puede tomarse como un simple artificio del autor para crear un personaje de ficción sino como un recurso para imprimir a lo largo de toda la novela la sensación de perennidad del dictador en el poder.

“…El no había sobrevivido a todo por su valor inconcebible ni por su infinita prudencia sino porque era el único de nosotros que conocía el tamaño real de nuestro destino…”

Pero su longevidad no lo exime de la vulnerabilidad frente al paso del tiempo, propia de la condición humana, ya que el dictador se desmorona en una decrepitud en cuya descripción se solaza el autor. Y aquí si encontramos una nueva coincidencia con los dos cuerpos del Rey: las limitaciones del cuerpo mortal del dictador, al igual que las del Rey, no logran poner escollos al cuerpo político:

“…Cuanto más ciertos parecían los rumores de su muerte, más vivo y autoritario se le veía a aparecer en la ocasión menos pensada para imponerle otros rumbos imprevisibles a nuestro destino…”

En los textos que Kantorowicz retoma de la obra de Edmund Plowten los dos cuerpos del Rey se ven como una unidad indivisible conteniéndose cada uno en el otro sin olvidar la superioridad del cuerpo político sobre el cuerpo natural. Esto, porque el cuerpo político es más amplio y extenso que el cuerpo natural y porque en él habitan fuerzas extrañas que operan sobre el cuerpo natural eliminando sus imperfecciones propias de la frágil condición humana.

En el cuerpo político del dictador de El Otoño… también habitan fuerzas extrañas pero de tal magnitud que hacen del cuerpo natural un modelo de perfección que nadie se atreve a cuestionar a pesar de su evidente inverosimilitud:

“…cuando el poder no era todavía el légamo sin orillas de la plenitud del otoño sino un torrente de fiebre que veíamos brotar ante nuestros ojos de sus manantiales primarios, de modo que bastaba con que él señalara con el dedo a los árboles que debían dar frutos y a los animales que debían crecer, y a los hombres que debían prosperar, y había ordenado que quitaran la lluvia de donde estorbara a las cosechas y la pusieran en tierra de sequía, y así había sido, señor, yo lo he visto, pues su leyenda había empezado mucho antes de que él mismo se creyera dueño de su poder..”

Perpetuo e inmortal

En los escritos de Plowten retomados por Kantorowicz en los primeros capítulos del libro Los Dos cuerpos del Rey se contempla la condición de inmortalidad de la realeza de una encarnación partiendo del concepto de demise --término inglés que significa legado póstumo-- que confiere a la condición de inmortal al individuo real en su función de Rey, o sea en relación con su supercuerpo.

Posteriormente, Kantorowicz explica que la perpetuidad de la cabeza del reino y el concepto de Rey que nunca muere, dependen de la perpetuidad de la dinastía, del carácter corporativo de la corona y de la inmortalidad de la Dignidad real. Lo anterior, porque en algún momento se manifiesta la necesidad de diferenciar entre corona, Rey y reino y aclarar que la Corona, en razón de su perpetuidad era superior tanto al rex físico como al regnum geográfico, y estaba simultáneamente a la par con la continuidad de la dinastía y la sempiternidad del cuerpo político. También expone el concepto de Divinidad --que difiere del de Corona-- y hace referencia a la singularidad del cargo real y a la soberanía investida en el Rey por el pueblo.

Tomemos entonces estas ideas para aplicarlas al dictador de El Otoño del Patriarca. En primer término, no hay aquí una noción de sucesión porque a pesar de los cinco mil hijos que este dictador ha dejado sobre la tierra, no existe ninguna intencionalidad de su parte de preparar un sucesor. ¿Por qué no existe esa noción? Porque quien se considera eterno no contempla que exista quien lo suceda. A pesar de la advertencia de una anciana pitonisa que pronostica su muerte durante el sueño, “con el uniforme de lienzo sin insignias, las polainas, la espuela de oro, en el talón izquierdo, tirado en el suelo, bocabajo, con el brazo derecho doblado bajo la cabeza para que le sirviera de almohada”, su inmortalidad se va convirtiendo en una certeza que crece al ritmo de su decrepitud. Lo que significa que la idea de perpetuidad no sólo se aplica al cuerpo político sino también al físico.

“…Yo solo me basto y me sobro hasta que vuelva a pasar el cometa, y no una vez sino diez, porque lo que soy yo no me pienso morir más, que carajo, que se mueran los otros…”

“Y yo le contesté, imagínese, las cosas y la gente no estamos hechas para durar toda la vida, pero el replicó que al contrario, que el mundo era eterno…”

Por otra parte, no existe un concepto de corona, distinto al de Rey o al de reino. Aquí solamente existe un dictador que concentra todo en su persona, en este caso Estado, territorio y poder. Por supuesto tampoco hay una soberanía investida por el pueblo. La permanencia del dictador en el poder se asume como algo natural, como el paso del día a la noche. Una paradoja surge en esta particular concepción: por una parte, el poder del dictador es ubicuo --de hecho el mismo dictador es ubicuo-- está presente en todos los rincones aún en los más insólitos lo que lo hace parecer absolutamente tangible:

“…siempre parecía que se desdoblaba, que lo vieron jugando dominó a las siete de la noche y al mismo tiempo lo habían visto prendiendo a las bostas de vaca para ahuyentar los mosquitos…”

“eran las once como todas las noches de su régimen contó los centinelas, revisó las cerraduras, tapó las jaulas de los pájaros, apagó las luces, eran las doce, la patria estaba en paz, el mundo dormía…”

“…que nadie se mueva, que nadie respire, nadie viva sin mi permiso…”

De otra parte, el poder se desliza como una fantasma inasible que además nadie ve pero todos presienten y sobretodo, temen:

“ningún mortal lo había visto desde los tiempos del vómito negro, y sin embargo sabíamos que él estaba allí, los sabíamos porque el mundo seguía, la vida seguía, el correo llegaba, la banda municipal tocaba la retreta de valses bobos de los sábados bajo las palmeras polvorientas…”

Persona mixta

Utilizando una fuente que identifica como el Anónimo Normando, un autor de cual el arzobispo Matthew Parker recuperó en 1575 valiosos manuscritos, Ernest Kantorowicz expone la concepción de persona mixta. En estos manuscritos el anónimo normando habla de la persona mixta representada por el obispo y el rey, en la cual se da una mezcla de poderes y capacidades unidos en una misma persona a la que se le atribuye una cierta facultad espiritual resultado de su consagración y unción.

En el caso del dictador de El Otoño… la “unción” se produce en un momento incierto, dado que el escritor filtra a lo largo de toda la novela la sensación de eternidad en el poder que no permite pesar en un inicio o en un fin. Sin embargo si hay un elemento común con la idea de persona mixta. A pesar de los intentos por borrar el pasado remoto, se sabe que el dictador es hijo de una mujer que vende su cuerpo por hambre y que alguna vez fue un hombre corriente, ignorante y vulgar que luego, en la borrachera del poder se transforma en una especie de Dios-hombre:

“…Los textos oficiales de los parvularios lo referían como un patriarca de tamaño descomunal que nunca salía de su casa porque no cabía por las puertas, que amaba a los niños y a las golondrinas, que conocía el lenguaje de algunos animales, que tenía la virtud de anticiparse a los designios de la naturaleza, que adivinaba el pensamiento con solo mirar a los ojos y conocía el secreto de una sal de virtud para sanar las lacras de los leprosos y hacer caminar a los paralíticos…”


Conclusiones

Con respecto al dictador del El Otoño del Patriarca, al igual que en la ficción de los Dos cuerpos del Rey se puede ver la existencia de un cuerpo natural y otro político. Sin embargo, el cuerpo físico de este dictador no se describe como un cuerpo natural corriente, ya que su descripción se debate entre la realidad y el mito. Además al personaje se le asigna “una edad indefinida entre los 107 y los 232 años” que contribuye a alimentar la incertidumbre de su cuerpo carnal.

Contrario a los dos cuerpos del Rey, no hay en el dictador de El Otoño… una idea de sucesión porque al considerarse eterno no necesita que lo sucedan. Esto significa por tanto, que la idea de perpetuidad no sólo se aplica al cuerpo político sino al físico. El dictador tampoco depende de una corona porque concentra todo en su persona, Estado, territorio y poder, ni tampoco cuenta con una soberanía otorgada por el pueblo.




BIBLIOGRAFÍA


KANTOROWICZ, Ernest. Los dos cuerpos del rey. Un estudio de teología política medieval. Alianza Universidad, Madrid, 1985.

GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. El Otoño del Patriarca. Editorial Suramericana. Buenos Aires, 2003.

SARTORI, Giovanni. Ediciones Altamir, Bogotá, Colombia, 2000.


[1] De acuerdo con Giovanni Sartori el concepto de dictador tiene como antecedente el dictador romano quien ejercía una magistratura que surgía por emergencias de la guerra y estaba vinculada estrechamente a seis meses de duración. En el caso que nos atañe, el concepto no se aplica con este criterio sino según la versión contemporánea.

[2] Giovanni Sartori tomando como fuente el libro de Franz Neumann The democratic and authoritarian State explica de esta manera los tipos de dictadura: dictadura simple, dictadura autoritaria y dictadura totalitaria. En la primera, el poder es ejercitado mediante los instrumentos coercitivos sociales del Estado empleados fuera de la norma. En la segunda, el poder se funda sobre un partido único, sobre un sostén de la masa y sobre una legitimación de la masa. En la dictadura totalitaria, todos los elementos mencionados se intensifican y el régimen sofoca la autonomía de los susbsistemas que por regla el autoritarismo deja vivir.



HABLAR DE DOMITILA, HABLAR DE MENOCCIO




“Venimos desde el Infierno
a pedir tu protección
todos tus hijos los Diablos
¡Mamita del Socavón!…”
Verso de los carnavales de Bolivia

Durante la lectura de El queso y los gusanos de Carlo Ginzburg no puede evitar relacionar la historia con un relato leído años atrás: “Si me permiten hablar…Testimonio de Domitila, una mujer de las minas de Bolivia”. A pesar de que El queso… se inscribe dentro de la microhistoria y Si me permiten hablar… dentro del testimonio, encontré elementos comunes como el hecho de que los dos tuvieran como protagonistas a sujetos de carne y hueso –un molinero de la edad media y la mujer de un minero boliviano– capaces de rebatir públicamente las ideas políticas y religiosas dominantes de su tiempo, aún a costa de su propia integridad. Pero la relación no se quedaba tan solo ahí. También había muchos otros puntos en común, en primer lugar, el hecho de que los protagonistas de las historias pertenecieran a las clases populares y no tuvieran reconocimiento por sus ideas o por sus obras más allá de su limitado entorno. El uno era un hombre más bien oscuro con una muy particular visión del mundo formada por una colcha de retazos que por momentos muestra débiles pespuntes. De allí se explican su muy personal manera de entender los textos de su época, sus contradicciones, sus versiones propias, el olvido sus fuentes y, sobretodo, su permanente batalla contra sus acusadores y más que contra ellos, contra sí mismo. La otra era una mujer humilde que desde su infancia estuvo sometida a múltiples discriminaciones y cuya formación académica se limitó a unos cuántos años de escuela cursados a punta de sacrificio. Una mujer que también se contradice por momentos, habla de sus lecturas marxistas que tanto le sirvieron para su formación pero jamás menciona títulos específicos y utiliza palabras extrañas que no existen en el idioma quechua ni en el aymará.
En segundo lugar vi que tanto el historiador Carlo Ginzburg como la educadora Moema Viezzer no buscan con sus libros la representatividad de las ideas de sus personajes, es decir la representatividad de una mentalidad colectiva del mundo campesino del medioevo europeo, en el caso de Menocchio o del minero de los años 60 en Bolivia, en el caso de Domitila. De inmediato pensé entonces en el sentido que tenía para uno y para otro la elección de estos personajes. En el caso de Ginzburg entendí que su interés radicaba en indagar en el mundo cultural de las clases populares del medioevo y demostrar que la generación de la cultura no es patrimonio exclusivo de las clases dominantes. Que por el contrario, existe una cultura popular que permanentemente se renueva, opone resistencia a la cultura hegemónica, preserva algunos elementos de la popular e incluso, da nuevos sentidos a la cultura dominante que se le impone. También entendí que los caminos elegidos por Ginzburg para lograr este fin no fueron fáciles y que en una detallada indagación no echó mano de lo corriente, de lo representativo, sino de un testimonio que, aunque por momentos parece sesgado, arroja luces valiosísimas. Supe que, como era de esperarse, con este método son muchos los cabos sueltos que el autor dejaba en el camino, y que para atarlos permitía por momentos que las presunciones se colaran, hilando detalles que quizá alcanzaran parecer insignificantes a primera vista, para tratar de atrapar un sentido que cada tanto se tornaba escurridizo. De Moema Viezzer entre tanto, aprendí que buscaba entrar en el mundo de las culturas populares para mostrar el testimonio de una mujer comprometida con una determinada postura política y social en la que se plantea una corriente de pensamiento distinta a la que se reconoce oficialmente. Supe que la estrategia de Moema no era tan compleja como la de Ginzburg. De una manera convencional y con el camino más despejado gracias al contacto de viva voz con su testimoniante, grabadora en mano ponía a hablar a Domitila. Esto por supuesto no significó que el discurso de Domitila fuera para mi explícito y monofónico. En él también encontré contradicciones, “agujeros negros”, referencias subjetivas, visiones muy particulares. Desentrañar, hilar delgado, conectar y por qué no presuponer, dentro de esta pieza del género testimonial, fue justamente la meta que me propuse para el desarrollo de este trabajo. Espero haberla alcanzado.
PARTE I

Si me permiten hablar es un libro considerado canónico dentro del género testimonial en América latina. En las décadas del 70 y el 80 en particular se puede apreciar un gran interés por este tipo de textos anteriormente excluidos, en los cuales prima la expresión oral, la narrativa femenina y la narrativa de la marginalidad.
La oralidad discursiva del testimonio generó un debate muy amplio acerca del valor literario, representativo, académico e incluso político de este género documental[1]. A mi juicio, uno de los elementos que ha enrarecido esta discusión es el hecho de que algunos críticos incluyan indiscriminadamente dentro del testimonio un corpus muy variado y diverso en el que incluso pueden entrar las llamadas novelas-testimonio[2]. Apartándome de esta posición comparto la idea de Henry A. Petrie, quien afirma que “lo sustancial de este género está en el hecho de dejar constancia en una realidad social, histórica y política concreta…la fuerza y valor de un testimonio está en su autenticidad, legitimidad y autoridad que hace fe pública capaz de producir efectos y constituyéndose así mismo en un reflejo de los habidos en el plano de la realidad”[3]. Lo anterior le da una suerte de rasgos que lo hacen reconocible entre los cuales se pueden mencionar dos fundamentales: la recurrencia a la tradición y la historia nacional y la toma de la palabra por las voces subalternas en especial indígenas, campesinos y mujeres[4]. Esta es justamente la definición que sin duda nos permite inscribir a Si me permiten hablar, dentro de este género. [5]. Moema y Domitila se ponen en contacto y programan una serie de entrevistas en México y posteriormente en Bolivia, a las cuales Moema suma intervenciones de Barrios de Chungara ante los medios de comunicación, los grupos de obreros, los estudiantes universitarios y los habitantes de barrios populares. La intención de la autora con este trabajo de varios años, cuya supervisión final estuvo a cargo de la testimoniante Domitila, es dar a conocer la situación de las mujeres habitantes de las minas de estaño en boca de quien cuenta “lo que ha vivido, cómo lo ha vivido y lo que ha aprendido para continuar en la lucha que ha de llevar a la clase obrera a ser dueña de su destino”.

Moema Viezzer considera que su libro tiene elementos que permiten hacer un análisis histórico innovador, en la medida en que muestra la interpretación de los hechos ocurridos en tres convulsionadas décadas de Bolivia desde la perspectiva de una mujer del pueblo, perteneciente a las clases marginadas. Por su parte, Domitila aclara que el libro es un relato que no pretende brindar lineamientos ideológicos y, por tanto, se lo debe leer de forma global. Sobre la misión de este testimonio está convencida de que debe volver al seno de las clases trabajadoras para que éstas en su conjunto recojan su experiencia, la analicen, recapaciten sobre los errores cometidos y mejoren las estrategias de lucha para liberar a Bolivia del imperialismo. Igualmente, se muestra de acuerdo con la metodología empleada por la autora y hace énfasis en la validez de este trabajo por el hecho de no haber sido cambiados los hechos ni la manera como éstos fueron vistos por ella en calidad de testimoniante.

El libro está dividido en tres partes. En la primera, Domitila hace una descripción del pueblo donde habita con su familia, la vida de la mina para hombres y mujeres y la organización social del gremio minero. En la segunda parte, habla acerca de su vida personal estableciendo una relación con los acontecimientos históricos ocurridos durante esta época, de los cuales en algunos casos es protagonista y en otros, observadora. En la tercera parte, cuenta su experiencia como invitada en la Tribuna del Año Internacional de la mujer y, posteriormente, la situación de las minas luego de la huelga de 1976.


PARTE II


1. EL PERSONAJE

Domitila Barrios de Chungara nació en Siglo XX, departamento de Oruro, Bolivia el 7 de mayo de 1937. Su niñez y su primera juventud transcurrieron en Pulacayo, departamento de Potosí, en la provincia de Quijarro.

De origen indígena como la mayoría de la población boliviana, perdió a su madre a los diez años y tuvo que hacerse cargo de sus hermanas menores mientras su padre –de quien Domitila desconoce si era de ascendencia quechua o aymará, dado que hablaba perfectamente los dos dialectos– proveía económicamente a su familia gracias a su oficio de sastre, labor que no le resultó fácil de ejercer debido al veto que tuvo en muchos lugares dada su permanente participación como líder sindical.

Domitila realizó estudios básicos que concluyó en 1952, a pesar de sus múltiples responsabilidades domésticas. Posteriormente entró a trabajar en la pulpería de Pulacayo. En 1952 se casó con un minero, regresó a su pueblo natal y empezó a participar activamente en el Comité de Amas de Casa del Distrito Minero Siglo XX[6] en el cual, gracias a su iniciativa permanente para defender los derechos de las esposas de los trabajadores de las minas de estaño, fue nombrada secretaria general.
Madre de once hijos, de los cuales sobreviven siete, fue perseguida durante los regímenes militares que gobernaron a Bolivia en las décadas del 60, y 70 por su actitud beligerante. Fue encarcelada y torturada a pesar de su avanzado estado de gravidez, por lo cual perdió al hijo que esperaba. En 1975 fue invitada a México a participar como representante de las mujeres bolivianas en la Tribuna del Año Internacional de la mujer, escenario en el que dio a conocer su testimonio de vida.

2. NIÑEZ Y JUVENTUD


Tal como se menciona en la introducción de este trabajo, Domitila Barrios de Chungara es originaria de una humilde familia de ascendencia indígena por parte de padre. Su condición de hermana mayor la obliga a asumir a los diez años responsabilidades propias de una mujer adulta ante la falta de su madre, quien muere de parto dejando a su cargo a cinco hermanas menores. Es muy común que se dé este tipo de situaciones en comunidades como la descrita por la testimoniante, incluso en la época actual, dado que desde la primera infancia se le impone a la mujer la idea de que la crianza de los hijos está bajo su absoluta responsabilidad y, en casos como el citado, la crianza de los hermanos menores[7].

Domitila cuenta de su ingreso tardío a la escuela debido a la falta de recursos y a su posterior abandono, dada su temprana orfandad; aún así logra retornar a las aulas y terminar sus estudios básicos. De igual manera, expresa su condición de marginalidad frente a otros niños de su edad por su ancestro indígena algo que resulta curioso en una comunidad cuyo origen es indígena casi en su totalidad[8]. La pobreza es otro factor de discriminación que incide en la infancia. Esto se refleja en su imposibilidad de compartir juegos con niños y niñas de su edad a causa de su falta de juguetes y de tiempo disponible para sus juegos por las múltiples obligaciones en el hogar. Su condición de mujer y el hecho de que solo tenga hermanas de sexo femenino también la marginan de su entorno e incluso le arrancan una expresión muy significativa: “vivíamos en un mundo aparte”. Al respecto narra el temor de su madre a la hora de morir debido a la responsabilidad que debe asumir el padre por tener que cuidar de cinco hijas que “por ser mujeres” siempre estarían en estado indefensión. Desde su entorno social la presión es igualmente significativa. Se refleja en la creencia de que las mujeres no deben asistir a la escuela porque no necesitan educación e incluso no merecen vivir porque se constituyen en un estorbo: “Ay pobrecitas… cinco mujeres y ningún varón… ¿para que sirven? Mejor si se mueren”.

A pesar de la oposición social y la presión de su padre para que no asista a la escuela –presión que se ve agudizada por la muerte de la menor de sus hermanas a causa de un accidente ocasionado por la falta de cuidado– Domitila logra terminar sus estudios básicos gracias a la colaboración de algunos maestros de su escuela.

La salida del hogar paterno también se produce por una práctica cotidiana en el ámbito social de Domitila, el maltrato por consumo de alcohol y la presencia de sustitutos de los padres con los cuales se establecen relaciones de pugna permanente. Se deduce que la temprana unión con su esposo, circunstancia que la conduce de nuevo a Siglo XX, se produce casi por accidente, dado que al ser lanzada de su casa por decisión del padre conoce al marido y parte con él.



3. DESCRIPCIÓN DEL ENTORNO


Domitila habla desde su experiencia en Siglo XX Catavi-Socavón Patiño-Miraflores, el centro minero más grande de Bolivia[9]. Explica cuáles son las labores que desempeñan cada uno de los grupos de trabajadores de la empresa y hace énfasis en las condiciones infrahumanas a las que deben someterse los mineros quienes tienen a su cargo la labor más peligrosa, es decir, explorar diariamente la entraña de la mina[10].

Describe la falta de servicios públicos adecuados en su comunidad, el hacinamiento, el mecanismo de repartición de las viviendas a los trabajadores por parte de la empresa minera y el posterior desalojo a las familias de dichos trabajadores cuando estos mueren, el inequitativo sistema de adquisición de alimentos en la pulpería, los horarios agotadores de los trabajadores y de sus mujeres, los magros salarios que no se compadecen con lo arduo del trabajo y el desamparo de los hijos que desde muy pequeños deben colaborar con las labores que sus padres no pueden realizar.

Sin duda, esta prolija descripción de las infrahumanas condiciones de vida de las minas y sus alrededores le permite a la testimoniante explicar el por qué de su decisión posterior de luchar por los derechos de su comunidad aún a costa de transgredir las leyes.

4. POSICIONES SOCIALES, POLÍTICAS Y RELIGIOSAS

En los primeros apartes de este libro se bosqueja una posición política de la testimoniante en la cual no manifiesta la pertenencia a ninguna ideología específica, pero expresa de forma sencilla y clara su forma de entender el mundo y las posibles soluciones que podrían plantearse para acabar con las injusticias reinantes en él.

Es claro para Domitila que existen dos bandos, los opresores y los oprimidos. En el primero está los dueños del capital y los gobernantes que viven tranquilamente sin pasar vicisitudes y en el segundo los trabajadores, los campesinos y sus familias que viven en la miseria total a pesar de su esfuerzo diario. ¿Qué se puede hacer entonces, según su criterio para lograr un reparto equitativo de la riqueza?: “si nosotros cambiamos este sistema de vida, si el pueblo llega al poder, incluso nuestra vida se alargaría. Porque lo primero que haríamos ser poner atajo a la mina”. El planteamiento remite naturalmente a las ideas marxistas que hablan de la toma del poder por parte del proletariado, pero la testimoniante no las justifica con este respaldo ideológico, en un primer momento. Tan solo más adelante reconoce que los acontecimientos –e incluso las acusaciones de sus detractores– la llevaron a buscar un andamiaje teórico para sus ideas que finalmente se manifiesta explícitamente en su discurso. A formar ese andamiaje teórico contribuyen sin duda libros sobre la historia de Bolivia y sobre el socialismo que su padre le suministra siendo ya una mujer adulta, y que son enriquecidos con comentarios al margen escritos por profesora de la Universidad de Oruro.

Desconocemos cuáles son los textos específicos porque nunca menciona sus títulos, solo sabemos que gracias a ellos la testimoniante puede afirmar: “me identifiqué plenamente con lo que leí en el marxismo… Esas lecturas me sirvieron bastante. Al mismo tiempo yo pude comprobar una cosa con la que había soñado desde chica: un mundo donde no iba a haber pobres y todos iban a tener que comer y que vestir. Vi que esas ideas que yo tenía estaban reflejadas en esos libros”.

Con esta explicación podemos esclarecer el por qué de la presencia en su léxico de palabras como capitalistas, imperialismo, clase trabajadora, apolíticos, proletariado etc. Y no solo de dichas palabras sino también de lúcidos planteamientos por ejemplo con respecto a la posición política que debe tener un sindicato: “El sindicato siempre debe ser una organización independiente y debe seguir los lineamientos de la clase trabajadora. Esto no quiere decir que sea apolítico. Pero bajo ningún pretexto debe ponerse el sindicato al servicio, porque si tomamos en cuenta nuestros gobiernos de hechura capitalista representan a los patrones, defienden a los patrones, nunca el sindicato debe estar al servicio de ellos”. O sobre lo que significa la autonomía de un país: “Ahora, si es verdad que Bolivia es un país bien favorecido por la naturaleza ¿por qué es un país con tanta gente pobre? Es que hay fuga de divisas, pues. Hay muchos que se han vuelto ricos pero invierten su plata en el extranjero… Bolivia se halla sometida a las empresas transnacionales que controlan la economía de mi país”.

Domitila es enfática en aclarar que no pertenece a ningún partido político. “Tenemos bastante que aprender de los partidos pero no debemos esperar todo de ellos, sino que nuestra formación tiene que ser de nuestro propio conocimiento”. De una manera no muy explícita sin embargo, deja entrever que algunos han querido utilizar su imagen para sacar adelante ideas partidistas pero ella niega que se haya prestado para tal fin. No sabemos a quienes se refiere con esta alusión.

De igual manera, la testimoniante hace evidente una frontal posición política respecto al papel que deben desempeñar las mujeres en su sociedad. Cuestiona el menosprecio con el que el Estado mira el trabajo doméstico femenino, y más aún, el trabajo político y social. Igualmente, es bastante crítica con algunos hombres de su entorno que a pesar de gozar de la solidaridad, el trabajo compartido y la mano tendida que permanentemente les brindan sus compañeras, desconocen este esfuerzo. Al respecto, afirmaciones como las siguientes son reveladoras: “A pesar de que el Estado no nos reconozca el trabajo que hacemos en el hogar, de él se beneficia el país y se benefician los gobiernos, porque de este trabajo no recibimos ningún sueldo…Me parece importante que todos los revolucionarios ganemos la primera batalla en nuestro hogar. Y la primera batalla a ganar es la de dejar participar a la compañera, al compañero, a los hijos, en la lucha de clases trabajadora…desechar para siempre la idea burguesa de que la mujer debe quedarse en el hogar, y no meterse en otras cosas, en asuntos sindicales y políticos”.

Estas ideas provienen sin duda de la experiencia negativa vivida en su infancia en Pulacayo en donde, como se había mencionado anteriormente, sintió la discriminación por ser mujer. De igual manera provienen de sus vivencias en la mina de Siglo XX en donde muchas, veces junto con sus compañeras, fue descalificada por los mineros y maltratada por representantes de los gobiernos de turno que incluso, al ver sus condiciones de líder, se negaban a creer que fuese una mujer, dado que se asimila la condición femenina a la sumisión, el recato y la obediencia.

Suponemos además que su participación en la tribuna del Año Internacional de la mujer le abrió un panorama amplio para tomar una posición particular con respecto a este tema[11]: “nuestra posición no es una posición como la de las feministas. Nosotras consideramos que nuestra liberación consiste primeramente en llegar a que nuestro país sea liberado para siempre del yugo del imperialismo y que un obrero como nosotros esté en el poder y que las leyes, la educación, todo sea controlado por él. Entonces si vamos a tener más condiciones para llegar a una liberación completa, también en nuestra condición de mujeres… El machismo es otra de las armas del imperialismo y el socialismo en Bolivia, como en cualquier otro país, será el mecanismo que creará las condiciones para que la mujer alcance su nivel”.

Sobre la educación que se imparte en Bolivia Domitila también se pronuncia con base en su experiencia. Habla tanto de la formación que se impartía en su época de estudiante como de la que vino posteriormente, por considerar que contribuyen a mantener inamovible la situación de su país, dado que están orientadas a adquirir conocimientos elementales pero no muestran las verdaderas condiciones en que viven las clases oprimidas ni contribuyen al cambio que éstas necesitan. También cuestiona la ausencia de las lenguas ancestrales en la enseñanza tradicional[12] y la incapacidad de los intelectuales y de los dirigentes de acercarse a la gente de extracción popular con un lenguaje de fácil acceso para todos.
La formación como líder comunitaria se da antes de la formación política. Se entiende como una especie de sino inevitable la suma de hechos que poco a poco van conduciendo casi de manera natural a la testimoniante a asumir un papel importante dentro de las amas de casa de Siglo XX y a convertirse en una peligrosa figura visible de su comunidad. Pero ¿cuáles son esos hechos que van construyendo su destino? Inicialmente, algunas vivencias de la infancia y de la adolescencia nos permiten extraer elementos que pudieron contribuir a este fin, por ejemplo, la influencia de la región donde se crió, Pulacayo, un distrito minero que ella describe como un lugar “bastante combativo y aguerrido” que tuvo gran protagonismo en la revolución del 9 de abril de 1952[13]. De igual manera, el influjo paterno. El padre de Domitila se desempeñaba como sastre pero desde muy joven intervino en política. Su participación en la Guerra del Chaco[14], le brindó muchas herramientas para constituirse en líder sindical[15]. En calidad de sindicalista fue confinado a la isla de Coati[16] y posteriormente fue apresado en varias oportunidades y marginado del trabajo, algo que sin duda marcó la infancia de Domitila y de sus hermanas quienes tuvieron que sobrevivir sin una fuente de sustento durante varias etapas de sus vidas: “Mi papá pensaba que dormíamos mientras el discutía con los compañeros pero yo muchas veces me quedaba despierta y escuchaba lo que ellos hablaban pero no comprendía de qué se trataba. Entonces un día le pregunté ¿papá, que es eso de indemnizar? ¿Y por qué no estás de acuerdo vos en eso de indemnizar? Entonces yo era todavía una niña y no entendía de política, mi papi trató de explicarme las cosas a través de un cuento”. Finalmente conceptos como solidaridad y unión también parten de la vida cotidiana desde niña, dado que, a pesar de la pobreza, la familia Barrios practicaba la hospitalidad con sus vecinos más necesitados.
En siglo XX todo este bagaje se manifiesta al principio tímidamente y luego de una manera definitiva: “Desde que llegué a Siglo XX siempre procuraba estar atenta a todo: por la radio escuchaba las noticias. Asistía a las manifestaciones y procuraba saber cómo estaban los asuntos… En Siglo XX comencé a interesarme, a darme cuenta de la pelea y de los sufrimientos que tenía la gente y eso fue despertando en mi un gran respeto por mi padre y por la causa a la cual él se había entregado”.
La religión está presente en la vida de Domitila pero no de la manera tradicional como podría estarlo en la vida de una mujer pobre de cualquier pueblo de América latina en la primera mitad del siglo XX, es decir, como única esperanza de salir de sus problemas. En un principio la testimoniante nos cuenta una experiencia de acercamiento a los Testigos de Jehová, la religión de su padre, más que en busca de una guía espiritual, en busca de establecer lazos que ayudaran a la comunidad. Luego de esta experiencia fallida, explica la constante participación de la iglesia católica como intermediaria en los conflictos entre los obreros y el Estado, pero siempre terciando del lado del Estado, lo cual le genera una gran aversión a esta institución que califica de aliada del imperialismo: “en particular los sacerdotes y las monjas estaban muy en contra de nosotros. Ellos tenían una misión que les había dado el Papa Pío XII de combatir el comunismo[17]…Todavía está muy viva la imagen de la Iglesia dominadora, de manos dadas con el capitalismo opresor”.
Aún así, Barrios de Chungara explica que una de las pocas cosas que no comparte con el marxismo en los libros que ha leído es que se niega la existencia del Dios porque “negar la existencia de Dios es negar la existencia de nosotros mismos”.

5. LOS ACONTECIMIENTOS QUE MARCAN LA VIDA

En casi cuarenta años son muchos los acontecimientos significativos en la vida de Domitila Barrios de Chungara, curiosamente los más importantes poco tienen que ver con su vida familiar. La mención que hace a su vida personal es tangencial y tan solo se ve en los apartes que nos permiten conocer sus raíces, y en algunas ocasiones en las que debido a su militancia sindical se vio afectada su familia. La mayoría de hechos son de orden político y social y están descritos desde su experiencia personal y de la experiencia de su comunidad.

5.1 la primera incursión directa

Inicialmente la testimoniante habla de su encuentro con los líderes mineros de Siglo XX, Federico Escobar y Pimentel quienes interceden para que no sea expulsada de su casa. Este acontecimiento ocurre un año después de su matrimonio y lo ubica durante los gobiernos de Paz Estenssoro, Hernán Siles Zuazo y posteriormente Paz Estenssoro, es decir durante la presencia en el poder del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR)
[18].
El momento es significativo en la medida en que implica para los mineros la primera oportunidad de llevar a la clase obrera al poder, luego de la ya mencionada Revolución de 1952 que se dio entre el 9 y el 12 de abril de 1952. Lo que comenzó como un intento de golpe de Estado, frecuente en la historia de Bolivia, fue convertido en revolución con la intervención del proletariado minero. Pero esta oportunidad según Domitila, termina en una traición por parte del MNR[19]: “El imperialismo aprovechó para corromper a esos que se decían revolucionarios y con el dinero de la nación se creó una nueva burguesía corrupta”. La reacción en Siglo XX no se hace esperar y se manifiesta en actos radicales como el secuestro de un grupo de artistas extranjeros denominado del Rearme Moral agenciado por Estados Unidos en su lucha contra el comunismo, que es llevado a las minas por la Comibol[20].

5.2 La conformación del Comité de amas de casa de Siglo XX

El marco en el que la testimoniante ubica la aparición del Comité de amas de casa de Siglo XX es el 2º gobierno de Paz Stenssoro en 1961, caracterizado por grandes penurias económicas[21].

El motivo inicial de la movilización de las amas de casa son tres meses de salarios atrasados de sus esposos. El reclamo que conduce a estas mujeres hasta La Paz permite vislumbrar la futura consolidación de la organización a pesar de la oposición de los propios obreros que consideran impropio este comportamiento por parte de sus mujeres. De otra parte, muestra las divisiones internas en los movimientos sociales femeninos. La testimoniante narra el episodio de enfrentamiento con las llamadas Barzolas[22] como el primer choque del Comité de Amas de Casa Siglo XX con el gobierno de turno. Luego manifiesta de qué manera el comité comienza a utilizar repertorios de acción como la huelga de hambre para generar presión y lograr reconocimiento.
La participación directa de Domitila en el comité se produce en 1963. Como referencia a ese año, la testimoniante habla de la fuerte represión del gobierno[23]. Menciona algunos meses después en 1964, el apresamiento de varios dirigentes en el Congreso de Colquiri[24]. De nuevo los obreros toman represalias secuestrando a negociadores estadounidenses a cambio de la libertad de sus compañeros y aquí es cuando Domitila interviene por primera vez directamente desempeñándose como vigilante de los secuestrados para evitar su fuga. En esta primera incursión se muestra la fortaleza del compromiso social que lleva a las esposas de los mineros incluso a envolver su cuerpo y el de sus hijos con tacos de dinamita como medida de presión. La testimoniante sale del anonimato en la visita que realiza Juan Lechín[25] para negociar a propósito del suceso. En dicha visita participa como interlocutora con otro grupo de mujeres. Al respecto explica “lo que yo vi y viví en todos esos días que pasamos en el sindicato con los rehenes me sirvió para toda la vida. Y fue a partir de esa experiencia que empecé a participar en el Comité de Amas de Casa”.
En adelante Domitila se desempeña como secretaria del Comité y recibe su primera misión que la visibiliza aún más ante sus compañeras y compañeros: la ayuda humanitaria a los trabadores que son atacados por el ejército en las pampas de Sora Sora[26]. Encargada de llevar a varios mineros heridos al hospital y velar por su seguridad consigue el reconocimiento de los trabajadores por su desempeño solidario.

5.3 La masacre de San Juan

Durante el gobierno del General Barrientos[27], quien se toma el poder el 4 de noviembre de 1964, se produce la Masacre de San Juan[28], uno de los hechos más mencionados por Domitila a lo largo de este relato que tiene como antecedente la masacre de septiembre[29] en la que tiene gran protagonismo el militar Zacarías Plaza, según el relato de Domitila. Como protagonista del suceso la testimoniante explica que el gobierno de Barrientos no era popular entre los trabajadores debido a las rebajas de salarios impuestas por el gobierno y a la deportación de dirigentes mineros[30]. Esto convierte a Siglo XX en una caldera a punto de estallar que convoca a los mineros de toda la región. Sumado a lo anterior, la aparición de la guerrilla del Che en Bolivia[31] genera demasiadas suspicacias que dan pie para que el gobierno de facto vea propicio la incursión en el distrito minero.

5.4 El Che en Bolivia

La testimoniante no entra en detalles para explicar la relación de la guerrilla del Che con el movimiento minero de Siglo XX. De acuerdo con su relato, no existió una relación oficial, sino más bien la decisión de algunos campesinos y mineros de participar en este movimiento rebelde por cuenta propia. Domitila insiste en que la verdadera causa de la lucha de los trabajadores de las minas durante el gobierno de Barrientos, y específicamente durante la etapa de presencia del Che Guevara en Bolivia, fue netamente de tipo laboral pero el gobierno no lo entendió así y reprimió a los trabajadores acusándolos de guerrilleros y subversivos
[32]. Incluso ella misma fue acusada de ser un enlace guerrillero y de recibir dinero por ello. Sobre este punto, niega cualquier tipo de relación con el movimiento “Pensábamos que con eso de las guerrillas, el gobierno quería tener solamente un pretexto para aumentar todavía más su represión. Posteriormente apareció un comunicado del grupo guerrillero y estaba firmado por Moisés Guevara[33], Simón Cuba, Julio Velasco, Raúl Quispaya[34] y no se quienes más, pero todos bastantes conocidos de las minas. En ese manifiesto decían que tal como el gobierno tenía a su ejército armado que lo defendía para mantenerse en el poder, en la misma forma la clase trabajadora necesitaba un grupo armado que defienda a los trabajadores. Que varios hijos del pueblo se habían ido a las montañas para acabar con esa dictadura, con todo ese fascismo que ensangrentaba al pueblo… ya no dudamos de la veracidad de que existían guerrillas. Entonces eso se difundió bastante, hasta se leyó en la radio el comunicado, lo que quizá fue un error de nuestra parte”.
En este punto no es muy claro cómo la testimoniante, estando tan vinculada al movimiento de mineros, se muestre tan alejada de un hecho trascendental para los trabajadores como lo era en ese momento la decisión sobre la colaboración con las guerrillas. Resulta además bastante confusa la última frase en la cual Domitila duda de si se obró bien o mal al leer en la radio el comunicado mencionado. Desconocemos si la duda radica en que la comunidad no estaba de acuerdo con el contenido de esta declaración o en que consideraba que leyendo la declaración se exponía aún más a la persecución del gobierno de Barrientos.
Por otra parte, la testimoniante muestra una distancia de criterio con el accionar de la guerrilla del Che. Manifiesta cierta pesadumbre por la creencia fuera de Bolivia de que el Che fue traicionado en este país, creencia que según ella es explícita en su diario[35] y considera que el guerrillero cometió un error al confiar en los partidos de izquierda bolivianos y no en las organizaciones del pueblo y de las clases trabajadoras[36]. Aquí se ven notoriamente las diferencias irresolubles existentes entre los partidos políticos y los movimientos sociales en esta época de Bolivia.


5.5 Los meses en prisión y el destierro
Estos son quizá los apartes más dramáticos de este libro. En ellos la testimoniante narra la manera como fue detenida acusada de ser un enlace guerrillero, llevada presa en dos oportunidades, la primera con su hija de tres años y la segunda embarazada, ocasión en la que fue torturada hasta obligarla a abortar. Finalmente fue desterrada a Los Yungas[37]. Las referencias que aparecen aquí de nuevo apuntan a los desmanes durante el gobierno de Barrientos pero también al plan Alianza para el progreso[38]: “Me taparon los ojos y me llevaron a un edificio con ascensor. Me metieron a un cuarto y lo primero que vi cuando me destaparon los ojos fue una bandera norteamericana y al otro lado la de Bolivia con un cuadro con dos manos que decía “Alianza para el progreso”. De la misma manera, Domitila menciona que reconoció las estrategias que utilizaron para hacerle interrogatorios similares a las utilizadas por la CIA, gracias a películas que había visto sobre ese tema y a la presencia de algunos miembros de esta central de inteligencia en Siglo XX.
A pesar de que la experiencia del exilio le genera graves problemas de salud, le sirve para entender la vida campesina de Bolivia, algo a lo que hasta ahora no se había acercado. Esto porque le brinda una mirada cercana a los trabajadores de la tierra, a sus conflictos y a sus luchas. El retorno a Oruro con la salida de Barrientos y la llegada al poder de Ovando[39] significa una nueva etapa para Domitila. De Ovando Domitila afirma que a pesar de haber sido acusado de comunista[40], simplemente se puso una careta de izquierdista para engañar a su pueblo dado que siempre fue colaborador de Barrientos. De este período también hace una rápida mención a la guerrilla Teoponte[41] sobre la que opina: “En esa segunda guerrilla nosotros no participamos. Nos enteramos por la prensa de que había guerrillas pero ellos no participaron nada a nosotros… A mi me parece que ese fue el error de estos guerrilleros, no participar de nada al pueblo. Nadie consigue nada si no está alineado al pueblo. Eso es lo fundamental. No debemos olvidar que la clase trabajadora y el campesino somos los dos pilares fundamentales sobre los cuales se va a edificar el socialismo ¿No?”.
Del sucesor de Ovando, Torres[42], Domitila tiene una mejor imagen e incluso considera positiva su gestión –a pesar de su breve paso por el gobierno y sus antecedentes como político de derecha– dado que aceptó la reposición de los sueldos de los mineros y nacionalizó la mina Matilde[43]. Sobre su salida cree que se debió a la traición de los militares y a la falta de iniciativa para armar a su pueblo. Este punto también resulta un tanto confuso porque muestra a una Domitila hasta ahora desconocida que comparte la idea de que el pueblo tome el poder mediante las armas.
5.6 Radio y cine
Las constantes manifestaciones de mineros que ocurren en Siglo XX y las incursiones del ejército con la consecuente violación de los derechos humanos de sus habitantes llaman la atención de un grupo de cineastas que se desplazan hasta la población para hacer una película llamada El Coraje del pueblo[44]. Esta experiencia genera cierta desconfianza por parte de los habitantes de Siglo XX pero luego se convierte en una positiva experiencia en la medida en que permite que se de a conocer la versión de los protagonistas acerca de la masacre de San Juan. Infortunadamente la cinta no llega a verse en Siglo XX pero Domitila puede tener acceso a ella en su viaje a México.
La radio también desempeña un importante papel en la comunidad minera. A lo largo de su relato, Domitila se refiere permanentemente a la manera como las radios comunitarias sirvieron en estos convulsionados años para informar a los mineros e incluso para advertirlos de ataques por parte del ejército. De igual manera reconoce que en algunas ocasiones la radio se utilizó de manera negativa emitiendo informaciones no confirmadas o mensajes que pusieron en peligro la vida de los mineros[45]. Tal fue la importancia de estas radios comunitarias que en muchas oportunidades fueron blanco de los gobiernos por considerarlas peligrosas herramientas contra estos regímenes.

5.7 El año internacional de la mujer
La elección de Domitila como representante de las mujeres bolivianas en el Año Internacional de la mujer es quizá el aparte de este libro que le da un giro inesperado a su relato. La trayectoria que recorre, los escollos que se le presentan en ese camino y finalmente su llegada a la tribuna de México se leen como la culminación de una historia con final feliz. Sin embargo, la testimoniante se encarga de mostrar que las cosas no son tan fáciles como se pudiera creer. Aún en este espacio Domitila siente las diferencias entre las expectativas de las mujeres de los países desarrollados y las mujeres del tercer mundo, diferencias que ella misma se encarga de explicitar en sus intervenciones. Por ello, se toma la palabra para rechazar las ideas de las feministas que acusan al hombre de ser causante de la opresión y plantea la necesidad de unirse al hombre en la lucha por los derechos humanos. Del mismo modo manifiesta una posición contraria acerca de la planificación familiar. Ella, con once embarazos de los que sobreviven siete hijos, se opone a planificar la familia con el argumento de que en su país hay muy pocas personas y por ello es necesario que nazcan más bolivianos para que puedan apropiarse de sus tierras y de sus riquezas de una vez por todas.


BIBLIOGRAFÍA

VIEZZER, Moema. Si me permiten hablar…Testimonio de Domitila, una mujer de las minas de Bolivia. Editorial Siglo XXI, Madrid, España. 1978.

KLEIN, Herbert S. - Historia de Bolivia, La Paz 1994, 5° ed. Juventud.

MESA, José de-GISBERT, Teresa y MESA GISBERT, Carlos D. - Historia de Bolivia, La Paz 1999, 3° ed. Gisbert.
BEVERLEY John y ACHUGAR Hugo. La voz del otro: Testimonio, subalternidad y verdad narrativa. En Revista de crítica literaria latinoamericana. 18.36. 1992.
PETRIE, Henry, Connotación del testimonio en Revista Literaria 400 elefantes. Managua, Nicaragua. 2004.

WATERS, Mary-Alice. Un terreno fértil: Che Guevara y Bolivia, Un relato testimonial por Rodolfo Saldaña. En Revista Perspectiva Mundial. http://www.perspectivamundial.com/ 2004.
[1] BEVERLEY John y ACHUGAR Hugo. La voz del otro: Testimonio, subalternidad y verdad narrativa. En Revista de crítica literaria latinoamericana. 18.36. 1992.

[2] El nombre de este género entraña una contradicción. Si se trata de una novela necesariamente conlleva ficción (como es el caso de A sangre fría de Truman Capote) y si se trata de un testimonio este implica un escrito en que constan datos fidedignos o susceptibles de ser empleados como tales para probar algo.

[3] PETRIE, Henry, Connotación del testimonio en Revista Literaria 400 elefantes. Managua, Nicaragua. 2004.

[4] Para la crítica literaria Mabel Moraña, el informante de este tipo de textos ilumina a las culturas dominantes desde ángulos nuevos, a través de testimonios que incluyen en general un tono de denuncia y un afán de reivindicación. En el caso específico de Si me permiten hablar, Moraña considera que el asumido pragmatismo del texto, su inmediatismo y el objetivo de transmitir una experiencia directa que implica principalmente acción política y social, así como la proyección del testimonio de la protagonista hacia el futuro de la lucha boliviana permiten ver “la iniciación de una épica femenina donde la mujer aparece en el centro mismo de la resistencia y la lucha popular, encabezando movimientos de concientización política que abarcan y superan el espacio doméstico, prolongándose en un protagonismo popular de nuevo signo. MORAÑA, Mabel. Documentalismo y ficción: testimonio y narrativa testimonial hispanoamericana en el siglo XX.
[5] El Año Internacional de la Mujer, en 1975, fue pensado para recordar a la comunidad internacional que la discriminación contra la mujer seguía siendo un problema en buena parte del mundo. La Conferencia, conjuntamente con el Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer (1976-1985) proclamado por la Asamblea General inició una nueva era de esfuerzos a escala mundial para promover el adelanto de la mujer al abrir un diálogo de alcance mundial sobre la igualdad entre los géneros.

[6] Este comité surgió en 1961 como grupo de apoyo conformado por las esposas de 70 mineros de Siglo XX que reclamaban por tres meses de salarios atrasados. La primera movilización del comité condujo a las amas de Casa de Siglo XX a La Paz. Posteriormente tuvieron participación en muchas movilizaciones más y especialmente en la conformación de las radios mineras.
[7] Los informes presentados en la V Conferencia Iberoamericana sobre Infancia y Adolescencia desarrollada en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en septiembre de 2003 hablan de una pobreza marcada por las secuelas de la desnutrición, el analfabetismo, el maltrato, la deserción escolar, la explotación sexual y el trabajo infantil. Este último marcado por la desproporción entre las horas de trabajo y las bajas remuneraciones. La discriminación de las niñas fue uno de los puntos más importantes de la discusión por ser ellas quienes se encargan de las responsabilidades domésticas y el cuidado de los hermanos menores. Se trata, al mismo tiempo, de un hecho prácticamente inseparable de la concepción sobre el papel de la mujer en las culturas indígenas.

[8] De acuerdo con datos proporcionados por el boletín Uma-Masi No 4 de junio de 2002, la población indígena de Bolivia es de 5.600.000 personas . Esto representa al 81,2% del total de los habitantes de este país.
[9] Siglo XX es un importante centro minero destinado a la producción de estaño. Se encuentra al oeste de la Ciudad de Llallagua. Fue uno de los de los centros mineros más grande del mundo. En la actualidad en los campamentos de Siglo XX habitan cooperativistas, ex trabajadores mineros relocalizados y estudiantes de la Universidad Nacional Siglo XX. Esta población padece la crisis de la economía del estaño pues las vetas están prácticamente agotadas y lo poco que queda de ellas es explotado por cooperativas mineras

[10] El peligro no radica exclusivamente en los accidentes que puedan tener sino, principalmente, en el desarrollo de una enfermedad inevitable degenerativa llamada silicosis que le reduce al minero su promedio de vida a treinta cinco años aproximadamente. La explicación que da la testimoniante al respecto es “Como tanto hacen reventar explosivos para sacar mineral, entonces estas partículas de polvo se introducen a los pulmones, a través de la respiración, por la boca y nariz. Y en los pulmones, esto llega a carcomer y llega a hacer pedazos el pulmón. Y los trabajadores comienzan a vomitar sangre”.

[11] Entre las mujeres reunidas en el Foro surgieron marcadas diferencias, expresión de las realidades políticas y económicas de aquellos tiempos. Las mujeres de los países del bloque del Este, por ejemplo, estaban más interesadas en las cuestiones relativas a la paz, mientras que las mujeres de Occidente hacían énfasis en la igualdad, y las de los países latinoamericanos daban prioridad al desarrollo.
[12] En 1992, las personas que hablaban exclusivamente lenguas indígenas (quechua o aymará) representaban el 11,6% de la población, proporción que era del 19,7% en 1976. Las personas que hablan dichas lenguas además del castellano representaban el 27,6%, lo que suma un total del 39,2% de la población.
[13] El 6 de mayo de 1951 ganó las lecciones Víctor Paz Estenssoro, candidato del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Ante la victoria del MNR, el presidente saliente, Mamerto Urriolagoitía, da un autogolpe diez días después, conocido como el "mamertazo". Anula las elecciones y entrega el poder a una Junta Militar, encabezada por el general Ballivián. La dictadura de Ballivián entra rápidamente en crisis. Uno de sus propios ministros conspira con el MNR para dar un nuevo golpe de estado. El 9 de abril de 1952, estalla el golpe, con la sublevación de parte de los carabineros y de la policía, unidos a militantes civiles del MNR. El golpe de estado es derrotado. Los principales regimientos del Ejército permanecen fieles al dictador Ballivián. El fracasado golpe se convierte en revolución. Al empezar los combates, los mineros habían comenzado a marchar hacia La Paz y se concentran en Milluni, a 15 kilómetros de la capital. Los mineros se apoderan de un tren repleto de armamento y municiones que se dirigía a abastecer a los militares. Reforzados con esas armas, atacan a los regimientos que están sitiando La Paz. Tomados entre dos fuegos, el 12 de abril los militares huyen o se rinden a las milicias obreras. Los prisioneros son obligados a desfilar por La Paz custodiados por las milicias de la FSTMB (Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia).
[14] Daniel Salamanca llega al gobierno en 1932 con la idea de que Bolivia debe recuperar la región del Chaco. El conflicto limítrofe con Paraguay tenía que ver con una región despoblada cuyos límites establecidos después de la independencia, comenzaron a precisarse mediante tratados a partir de 1879. Se trata de un triángulo con el río Parapetí al norte, el río Pilcomayo al oeste y el río Paraguay al este, los dos cursos del agua hacen vértice en la capital paraguaya, Asunción. Tras cuatro intentos fallidos el asunto quedó en litigio hasta estallar primero en 1928 y luego en 1932 con el combate por la laguna Chuquisaca (Pitiantuta), que dio origen a la guerra en junio de 1932. El descubrimiento de petróleo por la Standard Oil en Bolivia y la Dutch Shell en Paraguay, incluyeron un nuevo ingrediente que hasta ese momento no existía: los intereses energéticos de las transnacionales. En julio de 1935 se hizo un acuerdo de alto el fuego y tan solo en 1938 se firmó la paz. La idea de que el petróleo fue un móvil importante es relativa ya que nunca se encontró petróleo en el Chaco. Paraguay contó en todo el conflicto con la ayuda argentina cuyos intereses en territorio paraguayo eran muy importantes.
[15] Esta formación se debe quizá al posterior surgimiento de la llamada Generación del Chaco que vio la necesidad de encontrar soluciones a los problemas nacionales. No hay que olvidar además que al final de esta guerra se comienzan a fortalecer muchas organizaciones de trabajadores debido a que el presidente coronel David Toro Ruilova declarara obligatorios el trabajo y la sindicalización.

[16] También llamada Isla de la luna ubicada en el Lago Titicaca, famosa por su leyenda incaica y por sus ruinas antiguas.

[17] Pío XI había condenado al comunismo en 1937; Su sucesor, Pío XII insiste en las condenas tanto doctrinal como jurídica. En la alocución de 13 junio de 1943 señala que el comunismo iguala el bien con el mal y se opone a la concordia entre las clases sociales; en el mensaje de Navidad de 1947, que hace imposible la paz; en 1955 explica que la condena está motivada en la defensa de la fe, la dignidad y la libertad del hombre. En el mensaje al Katholikentag de 1957, advierte contra el espejismo de una falsa coexistencia con el materialismo ateo. En el campo jurídico, el Santo Oficio, el 1 julio 1949, prohíbe a los católicos, bajo severas penas canónicas, cualquier tipo de colaboración con el comunismo. El 7 de julio del mismo mes y año, Pío XII dirige al pueblo ruso una carta -Carissimis Russiae populis- en la que distingue entre el comunismo y los habitantes de aquel país, por cuya suerte y libertad para practicar su fe se manifiesta interesado.
[18] En 1941 surgió el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) fundado por intelectuales disidentes de las clases media y alta que albergó a políticos de varias tendencias. Entre sus miembros se encontraban políticos como Hernán Silez Suazo hijo del presidente Silez Reyes y Víctor Paz Estenssoro.

[19] El programa central del MNR se denominó Revolución Nacional y suponía la mayor transformación social y económica en la historia independiente de Bolivia. El 14 de mayo ordenó la incautación de las minas de estaño de las compañías Patiño, Hoschschild y Aramayo -el núcleo de La Rosca- con la acusación de haber expoliado la riqueza nacional en beneficio propio y del extranjero. La medida tenía carácter provisional, mientras una Comisión ad hoc deliberaba sobre el procedimiento de expropiación legal de las explotaciones. Poco después, el presidente decretó el monopolio del Estado sobre la comercialización de todos los minerales y trasladó las responsabilidades de gestión al Banco Minero de Bolivia (Bamin), creado para este fin. El 2 de octubre instituyó también la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) como el ente encargado de administrar las empresas intervenidas. Finalmente, el 31 de octubre, firmó el Decreto de Nacionalización por el que el Estado adquiría los yacimientos y las instalaciones del trío Patiño-Hochschild-Aramayo a cambio de sustanciosas indemnizaciones que generaron la ira de los trabajadores.
[20] La COMIBOL, corporación Minera e Bolivia, empresa del Estado Boliviano, se creó en 1952. Fue una de las primeras medidas del gobierno de Paz Stenssoro.

[21] El mandatario cumplió la promesa de subir los salarios de los trabajadores y para ello emitió moneda. Esto disparó la inflación. La Reforma Agraria se hizo sin ninguna planificación y hundió los niveles de producción, sumiendo a las ciudades en una penuria de alimentos lo que obligó al gobierno a importar del extranjero los bienes de primera necesidad.

[22] Dentro del MNR se formó la Legión María Barzola, en nombre de una mujer caída que encabezaba la marcha con una bandera durante la Masacre de Catavi el 21 de diciembre de 1942. Las Barzolas eran mujeres sin trabajo que defendían la Revolución y que con el tiempo ingresaron al aparato estatal. Al finalizar el gobierno de la Revolución Nacional, cuando ya el sindicalismo se había separado de él, eran un "grupo de choque" que colaboró en la represión de la oposición -incluidos los Comités de Amas de Casa de Mineros- y los intentos golpistas.

[23] En este punto merece recordarse algunos hechos significativos que muestran una explícita tendencia por parte del gobierno de Paz Estenssoro a preservar las relaciones con Estados Unidos por encima de cualquier consideración: el 22 de agosto de 1963 firma un decreto supremo por el cual establece con carácter obligatorio la importación de artículos de uso y consumo de Estados Unidos, con precios mayores a los establecidos en el comercio internacional y más altos que los europeos. Simultáneamente rompe relaciones diplomáticas con Cuba. Esta actitud provoca una gran politización y polarización social que fomenta la violencia en la lucha de clases.
[24] Al terminar el congreso de Colquiri, en el retorno a su distrito, fueron apresados en Caracollo, los principales dirigentes de Siglo XX, medida que fue respondida con una huelga general indefinida en toda la minería nacional. El CEN de la FSTMB se constituyó en esos distritos y desde allí se dirigió el conflicto que ocasionó el “cerco de Catavi” por fuerzas del ejército reorganizado por el MNR.
[25] Juan Lechín Oquendo fue el creador de la Federación de Mineros en 1944. Pertenecía al MNR y por sus constantes intervenciones como mediador los obreros lo acusaron de ser el principal instrumento del gobierno y los capitalistas para sostener esa situación y contener los "desbordes". En 1964 Lechín presentó su aspiración a suceder a Paz Estenssoro, pero éste, haciendo uso de una revisión constitucional, decidió optar a la reelección y forzó su proclamación por la convención nacional del partido. Furioso, Lechín rompió la militancia en el MNR y fundó el Partido Revolucionario de la Izquierda Nacionalista (PRIN).

[26] En octubre de 1964, en la pampa de Sora Sora, cerca de la ciudad de Oruro, se produjo el mayor enfrentamiento armado entre el ejército y los mineros de Siglo XX y de Huanuni. Después de los acontecimientos de Sora Sora, en La Paz se produjo un apresamiento masivo de gente del pueblo, trabajadores de distintos sectores de la administración pública y estudiantes.
[27] René Barrientos, general de la Fuerza Aérea Boliviana y vicepresidente de la República durante el mandato de Paz Estenssoro organizó un golpe de Estado el 4 de noviembre de 1964. En el proceso del golpe se produjeron enfrentamientos armados en la ciudad de La Paz. Los sectores populares salieron a las calles y se tomaron varios lugares entre ellos la cárcel del Panóptico, en el centro de La Paz. Fueron liberados todos los presos políticos, muchos de los cuales habían sido apresados en los últimos días de octubre.
[28] El día sábado 24 de junio de 1967, los trabajadores mineros decidieron reunirse en Siglo XX en un ampliado para discutir el problema salarial y también para discutir su postura en relación a la guerrilla Che Guevara. La noche de San Juan, tras el tradicional festejo, en medio de música un tren de carga llegó a Siglo XX atestado de soldados del Regimiento Ranger de Challapata al mando de su comandante Alfonso Villar Pardo Armaza. Los soldados atacaron el campamento minero. Para justificar el hecho, el gobierno informó que trataban de erradicar un foco subversivo. Oficialmente se reconoció la muerte de 27 mineros aunque la prensa registró un número mucho mayor.
[29] En septiembre de 1965 Catavi, Siglo XX, las Pampas de la Hilbo (Oruro), Milluni y Villa Victoria en La Paz, fueron escenarios de enfrentamientos entre obreros y el ejército Boliviano.

[30] En mayo de 1965, el gobierno decretó la rebaja de los salarios en las minas y ordenó el apresamiento masivo de dirigentes obreros, a quienes deportó de inmediato y masivamente, enviándolos a Argentina, a Chile, a Paraguay. En octubre de 1965 el mismo año se realizaron huelgas masivas en las que los trabajadores exigían la libertad de sus dirigentes sindicales y la reposición de salarios. Hubo enfrentamientos armados en las principales ciudades y en los centros mineros. Las fuerzas militares tomaron el Consejo Central Sur, un grupo de minas en el sur del departamento de Potosí.
[31] En 1966 llegó a Bolivia Ernesto Che Guevara para organizar un foco guerrillero que se expandiera en todo el sur del continente. Se estableció en Santa Cruz en la provincia Cordillera en las proximidades del río Grande. El contingente de la guerrilla era de 52 efectivos, la mayoría cubanos. Entre marzo y julio de 1967 los guerrilleros inflingieron fuertes bajas al ejército, que ante la contingencia fue entrenado por oficiales de los boinas verdes de los Estados Unidos y creó la unidad especializada de los Rangers. En julio una emboscada militar aniquiló una de las dos columnas guerrilleras y en septiembre el cerco aisló al Che. El 8 de octubre el Che fue capturado y el 9 fue muerto por un oscuro suboficial por orden del Presidente Barrientos y los comandantes Ovando y Juan José Torres. La victoria del ejército fue total y la guerrilla fue destruida.
[32] Al respecto resulta interesante recuperar apartes de la entrevista al líder sindical Rodolfo Saldaña en el texto Un terreno fértil: Che Guevara en Bolivia en el cual explica: “El enemigo sabía que había guerrilla y sabía que lógicamente había grupos que estaban trabajando en apoyo a la guerrilla. No estábamos divulgando nada que ellos no supieran. Sin embargo, también había entre el pueblo, entre los trabajadores, gente que buscaba cómo hacer nexo, contacto con la guerrilla, buscando la posibilidad. Fue en esas condiciones y por esas razones que lo hicimos. El apoyo que recibimos de los mineros es una de las cosas que da al traste con el argumento de que los trabajadores y campesinos bolivianos eran indiferentes a la lucha iniciada por el Che. Yo fui minero en Siglo XX. Fui el que reclutó para el Partido Comunista en la década del cincuenta. Por eso, conocía a los militantes, a muchos de ellos los había reclutado. Yo fui a Siglo XX, debió ser por el mes de febrero de 1967; conversé con Rosendo García Maisman, que en esa época era el secretario general del sindicato de los mineros de Siglo XX, y dirigente del partido allí. Era un compañero inteligente, un compañero muy capaz y valiente. Conversamos sin entrar mucho en detalles, pero informándole de que en breve tiempo había que tomar decisiones. Posteriormente, después del primer combate, nos reunimos varias veces, él ya era uno de los nuestros y comenzó a formar dos grupos, uno para entrar a la guerrilla y el otro de apoyo. De este compromiso de los mineros con la lucha existe el testimonio de la viuda de Rosendo García en la película Coraje del pueblo, en la que se tratan de reconstruir todos los acontecimientos de la masacre de la Noche de San Juan. Ahí la viuda de Rosendo García es entrevistada y menciona el viaje que hice a Siglo XX, para conversar con su marido. El comunicado del que hablábamos fue enviado a Siglo XX para difundirlo; allí y en otros centros mineros, esa tarea ya fue cumplida por los compañeros nucleados por García. Los mineros manifestaron su apoyo a la guerrilla en asambleas generales. Decidieron que cada trabajador donaría el salario de un día para ayudar a la guerrilla. O sea, su compromiso nos mostró que el apoyo era generalizado entre los trabajadores. Es posible que algunos no estuvieran de acuerdo. Pero los mineros, en asamblea, decidieron eso por unanimidad”.
[33] Moisés Guevara fue un líder minero y político que se unió a la guerrilla del Che Guevara tal como le había ofrecido al Che desde mucho antes de que éste llegara a Bolivia. Murió durante los ataques del 8 de octubre.
[34] Raúl Quispaya Choque nació en ciudad de Oruro, el 31 de diciembre de 1939. A la muerte del padre pasó al curso nocturno y comenzó a trabajar como sastre. Continuó estudios universitarios y llegó a ser uno de los mejores alumnos de la Escuela de Economía, donde continuó vinculado a las luchas estudiantiles. Fue miembro del Ejecutivo Nacional de la Juventud Comunista boliviana, se integró a la guerrilla en el mes de febrero como parte del grupo de Moisés Guevara y pasó a formar parte de la Vanguardia. Al morir tenía 27 años.

[35] Se refiere por supuesto a los escritos de Ernesto Guevara comprendidos entre el 7 de noviembre de 1966 y el 7 de octubre de 1967 en los cuales, redactó notas sueltas fechadas con la idea de que le sirvieran como instrumento de trabajo para evaluar la situación que estaba viviendo en Bolivia. Luego de su muerte esas notas fueron encontradas y publicadas a modo de diario.
[36] Existen muchas versiones acerca de este hecho. La versión oficial habla de la traición del Partido Comunista Boliviano para explicar el fracaso local del Che Guevara. Algunos historiadores han planteado que a pesar de que muchos de sus seguidores advirtieron al Che sobre un fracaso en Bolivia este siempre respondió altivo "La revolución no es una aventura. ¿Acaso no se inició en Bolivia la guerra para la independencia sudamericana? ¿Acaso no están orgullosos de haber sido los primeros? Por lo cual decidió ir a Bolivia en donde encontró la muerte.

[37] Esta región se encuentra a casi tres horas de La Paz. Se considera una zona de transición ya que aparece tras el descenso de la Cumbre, más específicamente en las estribaciones de la Cordillera Real y da inicio a las tierras bajas o la Amazona Boliviana, con la consiguiente transición en la Flora y la Fauna, un ascenso de la temperatura en la medida en que baja, sumergiéndose en la característica humedad de las tierras tropicales.

[38] Recordamos la Alianza para el progreso como el programa de ayuda económica y social de Estados Unidos para América Latina efectuado entre 1961 y 1970. Se origina en la propuesta oficial del presidente John F. Kennedy, planteada en el discurso del 13 de marzo de 1960. La Alianza para el Progreso duraría 10 años. Se proyecto una inversión de 20.000 millones de dólares. Sus fuentes de serían los Estados Unidos por medio de sus agencias de ayuda, agencias financieras multilaterales (BID y otros) y el sector privado canalizados a través de la Fundación Panamericana de Desarrollo. Sin embargo, el proyecto se convirtió realmente en un programa de contrainsurgencia que permitió a ejércitos y policías de toda América latina captar la mayor parte de los recursos para financiar programas en contra de la expansión del comunismo.
[39] Con la imposición de la corriente nacionalista en las Fuerzas Armadas, se produce el golpe de estado dirigido por el General Ovando, secundado de cerca por el General Torres. En su gobierno (conocido como el de "El Mandato") propone un proyecto nacionalista y de apertura democrática para Bolivia. En el documento base del nuevo gobierno se señala que "las Fuerzas Armadas mediante decisión institucional se ponen al servicio de la Revolución y comprometen su concurso en la lucha por la justicia social, por la grandeza de la Patria y por la auténtica independencia nacional, hoy en riesgo de zozobrar por el sojusgamiento extranjero".

[40] El 4 de octubre de 1964, se publica la "Proclama subversiva de jefes y oficiales" quienes reunidos en el Regimiento "Miraflores", exigen la renuncia de Ovando, acusándolo de comunista. El movimiento era encabezado por el General Rogelio Miranda.

[41] La gestión de Ovando se vio sacudida por la guerrilla de Teoponte, un grupo de jóvenes cristianos y marxistas que se internaron en la selva al norte de La Paz y fueron exterminados por el ejército.

[42] Juan José Torres González destituyó a Ovando. Aunque en su juventud había militado en el partido Boliviano de derecha, la Falange, y en la campaña bélica contra el Che, aceptó ayuda de algunos países de Europa y también de la Unión Soviética, para la construcción de una planta fundidora de estaño.

[43] Ovando había entregado el contrato de explotación de mina Matilde a una empresa norteamericana. Torres revirtió el contrato de mina y la nacionalizó.

[44] En esta cinta dirigida por el boliviano Jorge Sanjinés, uno de los directores cinematográficos latinoamericanos contemporáneos más destacados, relata la masacre de la noche de San Juan durante el gobierno de Barrientos. Los personajes relatan sus vivencias, relacionadas con ese trágico acontecimiento, llevado a cabo por las fuerzas represivas del general Barrientos.

[45] La Voz del Minero, Radio Vanguardia de Colquiri, Radio Animas, Radio 21 de Diciembre, Radio Nacional de Huanunison fueron algunas de las emisoras de radio creadas, financiadas y controladas por mineros de Bolivia. Hacia 1949, se instaló una emisora en el distrito minero de Catavi. Durante los siguientes 15 años, otros distritos siguieron el ejemplo compraron equipos, capacitaron a gente de los campamentos, y los propios trabajadores financiaron la experiencia entregando un porcentaje de su salario para sostener las emisoras. A principios de los años 70 había 26 emisoras en funcionamiento, casi todas ellas en los distritos mineros del altiplano de Bolivia.