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Monday, December 11, 2006



El BANDOLERISMO EN LA VIOLENCIA DE LOS AÑOS 50 EN COLOMBIA

Por: Victoria E. González M.

“Esta es la historia de aquel novillo
que había nacido allá en la sierra,
de bella estampa, mirada fiera,
tenía en los cuernos punta de lanza.
Cuando en los tiempos de la violencia
se lo llevaron los guerrilleros,
con Tirofijo cruzó senderos
llegando al Pato y al Guayabero”.

El Barcino, Jorge Villamil


RESUMEN

El presente ensayo tiene como objeto mostrar el proceso mediante el cual, durante la llamada Violencia de los años 50 en Colombia, se produjo el fenómeno del bandolerismo. Para tal fin, en la primera parte se retomarán algunos antecedentes históricos y en la segunda parte se analizará de una manera más profunda dicho fenómeno desde la perspectiva teórica de Eric Hobsbawm.

PARTE I

Cuando se trata de buscar los orígenes de la llamada Violencia –ocurrida en la década de los cincuenta en Colombia–, necesariamente se plantea como causa principal la lucha entre los partidos liberal y conservador. De hecho, se presenta como punto de partida el 9 de abril de 1948, fecha en la cual fue asesinado el líder populista Jorge Eliécer Gaitán y que degeneró en el llamado Bogotazo ; sin embargo, este argumento es fácilmente debatible, entre otras cosas, porque existen cifras en las cuales se demuestra que en el año 1947 ya se habían producido 14 mil víctimas fruto de enfrentamientos de campesinos en los departamentos Boyacá, Santander del Norte y Santander .

El año 1948 se puede tomar entonces como una especie de “cresta de la ola”, dado que se cuentan 43 mil muertos producto de las disputas locales en las cuales el Estado central se muestra como un actor incapaz de interceder. Entre el año 1948 y el año 1953 el balance de víctimas asciende a 140 mil.

Los enfrentamientos de la Violencia no se pueden localizar en un plano ideológico, dado que los partidos Liberal y Conservador no planteaban en este campo profundas diferencias; resulta más pertinente localizarlos en el plano de las adhesiones, rupturas, solidaridades y conflictos de la vida cotidiana agrupadas en dos federaciones que ha designado el historiador Fernán González como “dos especies de subculturas políticas que ligan esas solidaridades y enfrentamientos con una comunidad mayor aún más abstracta, la Nación como una comunidad imaginada” .

La agrupación a esas distintas federaciones (liberal y conservadora) está relacionada con el encuentro entre distintas corrientes migratorias provenientes de departamentos como Tolima, Antioquia y Cauca en zonas de gran riqueza agrícola como es el caso de la Cordillera del Tolima y la zona cafetera. Confluyen aquí familias patriarcales sujetas a los preceptos del clero, colonos marginales rechazados por varias comunidades e incluso presos evadidos de las cárceles acusados por crímenes cometidos en las innumerables guerras civiles anteriores.

Por obvias razones, a medida que estos actores van poblando dichas regiones van acentuando sus diferencias y polarizándose en partidos nominalmente opuestos en sus concepciones frente a la iglesia, la propiedad y las tradiciones .

En otras regiones, los puntos de contradicción se traducen en enfrentamientos por la propiedad de los baldíos frente a las haciendas o de los aparceros frente a los dueños de los latifundios . Colonos y aparceros terminan vinculados a las guerrillas locales justificando estos vínculos a partir de los nexos de dependencia en relación con los hacendados y gamonales de cada localidad .

En las áreas del Sumapaz los partidos influyentes fueron el Partido Socialista Revolucionario PSR, la UNIR (Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria) liderado por Jorge Eliécer Gaitán y el PAN (Partido Agrario Nacional). En la región del Tequendama sentó sus bases el Partido Comunista (PC) en donde, a diferencia del Sumapaz, no había baldíos sino arrendatarios. En el sur del Tolima también se ubicó la base social del Partido Comunista, allí, la disputa central se dio básicamente por la defensa de la comunidades indígenas. Posteriormente la influencia del PC comenzó a extenderse hasta el Sumapaz en donde se dieron los primeros enfrentamientos entre grupos de campesinos de las dos alas, enfrentamientos que repercutieron en la fragmentación del movimiento guerrillero frente al ejército del gobierno conservador de Laureano Gómez. Las guerrillas comunistas por su parte, provenían de grupos de proletarios agrícolas vinculados a las economías cafeteras o de colonos que no estaban consolidados como propietarios; las liberales provenían se sectores conformados por campesinos medianamente acomodados provenientes de una región en donde no había muchas haciendas, campesinos cuya lealtad con el partido liberal les obligaban a dejar de lado cualquier tipo de reivindicación.

Tal como lo explica Daniel Pecaut podemos resumir entonces que la Violencia en Colombia está relacionada con tres aspectos básicos:
• Con la imposibilidad de consolidar la concepción de un orden social unificado.
• Con la irrupción de una nueva representación de la división social y política que surge a través del Gaitanismo y del Laureanismo.
• Con el hecho de que tanto lo social como lo político tienden a descifrarse bajo la dialéctica de amigo-enemigo.

PARTE II

El fenómeno de Violencia llegó a finales de los años 40 hasta tal punto que, tanto las elites liberales como una parte del conservatismo liderada por Mariano Ospina Pérez hicieron un pacto para frenar el potencial revolucionario que se había alzado. La preocupación no era en vano, dado que los llamados por entonces simplemente bandidos, inician acciones que apuntan a cuestionar el orden social. De igual manera, algunos de sus principales exponentes se desvinculan de los partidos tradicionales y se transforman en guerrilleros. Lo anterior permite vislumbrar una cierta independencia política de estos grupos que se refleja en el planteamiento de formas de autogobierno y de legislación propias frente a los hacendados liberales en los Llanos Orientales. La solución que plantean las oligarquías partidistas para frenar esta ola es la "mediación" de las Fuerzas Armadas encarnadas en el general Gustavo Rojas Pinilla, quien asume el poder el 13 de junio de 1953, bajo el lema de "paz, justicia y libertad". En su mandato, se propone la negociación y la solución política del conflicto, seguida de una oferta de amnistía a fin de desmovilizar tanto a quienes resistieron los embates del partido conservador (en este caso las guerrillas liberales) como a quienes defendieron el sistema, es decir, los llamados chulavitas o “pájaros”, un tipo de paramilitares amparados por el gobierno conservador .
Contrario a lo que pensaban quienes se acogieron a la amnistía, ésta no trajo ningún beneficio, por el contrario, mermó considerablemente al movimiento guerrillero en ciernes. Las cifras cuentan que la paz planteada por Rojas Pinilla costó unas 16 mil víctimas. De igual manera, muchos de quienes se acogieron a la amnistía fueron masacrados en los meses siguientes. El caso más emblemático es quizá el de Guadalupe Salcedo Unda, guerrillero liberal asesinado en 1957, un mes después del derrocamiento de la dictadura. Las bandas de “pájaros” que otrora sirvieran al gobierno conservador también fueron perseguidas y asesinadas, como ocurrió con Jacinto Cruz Usma (Sangrenegra), Jacobo Prías (Charro Negro) y Efraín González (Juanito o el Siete Colores) etc. El propósito de este exterminio fue erradicar las células de rebeldes y, de este modo, permitir que los terratenientes liberales y conservadores pudieran consolidar su poder local en regiones ricas en agricultura como el Magdalena Medio y en petróleo como los Llanos Orientales.
El 3 de agosto de 1954 Rojas Pinilla es elegido para el período 1954-1958, período que no concluye . El 1 de diciembre de 1957 se aprueba el plebiscito que dio vía libre a la creación del Frente Nacional, un pacto gestado en España por el máximo representante del partido liberal Alberto Lleras Camargo y el ex presidente Laureano Gómez para enfrentar la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla; Este acuerdo pacta la alternancia del poder durante dieciséis años entre los partidos liberal y conservador (1958-1974) . A pesar los nuevos acuerdos de paz que se plantean esta vez a propósito del Frente Nacional , algunos campesinos no se acogen a las amnistías del gobierno y conforman nuevos grupos que van creciendo y expandiéndose por gran parte del territorio nacional. Este fenómeno que a partir de entonces comienza a llamarse oficialmente Bandolerismo se prolongó durante varios años . El Bandolerismo empieza a desaparecer para dar paso a grupos guerrilleros respaldados por una ideología claramente influenciada por la Revolución Cubana y cuyas motivaciones están centradas en la lucha por transformar el sistema de distribución de la tierra, la injusticia social y el monopolio bipartidista excluyente de otros movimientos políticos .

Gonzalo Sánchez y Donny Meertens en su libro Bandoleros, Gamonales y Campesinos, explican el fenómeno del bandolerismo en Colombia como la yuxtaposición de respuestas individuales a una coyuntura determinada por la falta de regulación de circuitos económicos y la crisis de la dominación sociopolítica en regiones donde la pequeña y mediana propiedad y la mano de obra fluctuante conformaban una parte importante de la economía de la exportación. La región donde se manifiestan con más claridad estas características es la zona cafetera. Debido a las alzas del café ocurridas en 1949, se da un acelerado crecimiento de las áreas de cultivo que rompe el equilibrio con otros cultivos existente hasta entonces. La apremiante necesidad de conseguir más tierras para el promisorio cultivo, conduce al desalojo de los ocupantes de varias haciendas y, por ende, a los enfrentamientos con saldos trágicos . En otros sectores del país como en los Llanos orientales el fenómeno se repite gracias a la adjudicación de tierras a empresarios agrícolas que expulsan a los antiguos colonos que allí se habían instalado. Con esto, los empresarios encuentran una oportunidad de desquite por las medidas adoptadas por el gobierno en el año 1926 . En ese año hablamos de unas organizaciones campesinas fortalecidas, pero la situación es muy diferente en 1949. Si bien esas mismas organizaciones mantienen algunos frentes fuertes en municipios como Viotá (departamento de Cundinamarca) en las regiones cafeteras y de los llanos están diluidas desde hace mucho tiempo debido a la cooptación de sus dirigentes por parte del partido liberal y al surgimiento de diferencias internas sobre los programas de parcelación.

Vemos aquí el fenómeno que mencionamos anteriormente planteado por Sánchez y Meertens, es decir, la yuxtaposición de respuestas individuales a una determinada coyuntura, dado que el Estado no asume el papel de mediador porque se encuentra ausente y no existe una lucha por los derechos colectivos. Por ello, lo que se aprecia es una proliferación de actores vistos como actores cuyas luchas se circunscriben, la mayor parte de las veces, a las haciendas en donde trabajan .

Se puede decir entonces que, tal como lo hemos mencionado a lo largo de este escrito, el desarrollo del bandolerismo se da por una mezcla de razones de tipo económico y de razones de carácter social que a medida que va pasando el tiempo van alternándose. No son pues las tierras, ni en ese momento ni en ese lugar específicos, la causa de las confrontaciones sino más bien, la lucha por el control de los excedentes de la economía del café. Lo anterior pone a los transportadores y a los compradores urbanos los principales actores en disputa en ese momento. Estos actores, como es de esperarse, cuentan con recursos que les permiten crear una especie de ejércitos denominados “cuadrillas” presentadas inicialmente como “hombres de confianza” para salvaguardar sus bienes y sus negocios. Pero esas cuadrillas no se desempeñan solamente como “autodefensas”, su principal labor consiste en desplazarse por todo el territorio cafetero extorsionando y amenazando a propietarios que, debido a la presión, se ven en la necesidad de huir. Las haciendas quedan entonces a merced de las cuadrillas que roban el café para que compradores y transportadores puedan engordar sus arcas . Los propietarios que quedan también contratan sus propias “cuadrillas” para defenderse sus predios y es allí cuando se dan los enfrentamientos más fuertes.

Decimos que las cuadrillas están compuestas en su mayoría por jornaleros pero luego, a medida que van creciendo en importancia y tamaño y a medida que los negocios cafeteros comienzan a mover más dinero se “importan” bandoleros de alto rango como es el caso de “Chispas”, un hombre de origen liberal, que llega de los Llanos orientales para “trabajar” con propietarios del departamento del Quindío.

Bandolerismo social a la colombiana

El panorama dibujado hasta el momento nos brinda algunos elementos para ubicar el fenómeno del bandolerismo desde la perspectiva teórica de varios autores. El más cercano y quien más elementos de análisis nos brinda es, a nuestro modo de ver, Eric Hobsbawm. Partimos del concepto de bandolerismo social expuesto por este autor entendido como la aparición de un grupo de hombres fuera del alcance de la autoridad y de la ley que de forma violenta y amparados por las armas imponen su voluntad utilizando como estrategia la extorsión, el robo y otros procedimientos ilegales. De este modo, al desafiar a quienes detentan el poder, la ley y el control de los recursos, el bandolerismo desafía el orden económico social y político.

Hobsbawm explica además que “el bandolerismo como fenómeno de masas puede aparecer no solo cuando sociedades sin clases oponen resistencia a la ascensión o a la imposición de sociedades de clases, sino cuando las tradicionales sociedades de clases rurales se resisten al avance de otras sociedades de clases, otros estados u otros regímenes rurales”.

En esta descripción inscribimos sin duda al bandolerismo surgido en la zona cafetera porque hablamos de hombres que, actuando fuera del alcance de la ley, desafían a quienes detentan el poder. Desde el plano temporal los situamos en una época convulsionada de la Nación en la cual se vive una un régimen militar, la transición a una junta militar restauradora y, finalmente, “la salida” al enfrentamiento bipartidista mediante el Frente Nacional en busca de la alternancia de los dos partidos tradicionales en el poder. Si bien hablamos de una motivación económica inicial, también mencionamos una transformación del bandolerismo dado que algunos de sus miembros cuestionan el orden social e incluso reniegan de su filiación política.

También vemos identificado el fenómeno de la zona cafetera cuando Hobsbawm explica de qué manera el bandolerismo aparece en “tradicionales sociedades de clases rurales que se resisten al avance de otras sociedades de clases, otros estados u otros regímenes rurales”. La relación se establece mirando en general las regiones rurales de Colombia –de las cuales el eje cafetero no es una excepción– en donde la ocupación del territorio mediante formas de apropiación privada surge desde la época colonial española y continúa en épocas posteriores con la consolidación de políticas de enajenamiento ejecutadas por parte de los sectores más poderosos de la sociedad colombiana.

Del mismo modo, Hobsbawm habla de cómo el bandolerismo disfruta de considerable apoyo por parte de todos los elementos de su sociedad, incluso de quienes detentan el poder. En el caso que nos convoca, vemos como los propietarios, comerciantes y empresarios agrícolas impulsan a este grupo de hombres para que los protejan en algunos casos y en otros para enfrenten a sus adversarios.

Otro aspecto en el que hallamos similitudes con la teoría de Hobsbawm es en lo que respecta a la forma como se manifiesta este fenómeno en el tiempo. El investigador nos explica que “la historia del bandolerismo es la historia de sus esporádicas explosiones de masas, es decir de la transformación de una circunstancia modestamente endémica en numerosos entornos geográficos, en epidemias masiva o incluso en una pandemia”. Vemos que en Colombia, el bandolerismo comienza previo al gobierno de Gustavo Rojas Pinilla y se concentra en la zona cafetera; vemos además que poco a poco se extiende hacia otros lugares del territorio nacional como los Llanos Orientales y que en el año 1964, cuando empieza su caída hay por lo menos un centenar de grupos de esta índole.

La particularidad que podemos encontrar en el caso colombiano es que estos grupos en muchos casos mutan a movimientos armados a mediados de los años 60 -debido a la ya mencionada influencia de la Revolución Cubana entre otros factores- dado que, a diferencia de otras naciones, en Colombia no se consolida un moderno Estado Nacional y, por tanto, el Estado en formación existente jamás logra el monopolio de la fuerza coercitiva. Vemos entonces la aparición de guerrillas como la FARC, el ELN y el EPL muchos de cuyos miembros originalmente hacen parte de las cuadrillas de bandoleros como es el caso de Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo . En este punto, también este movimiento se inscribe en la caracterización que hace Hobsbawm cuando afirma “Cuando el bandidaje se incorpora a un movimiento más amplio, se convierte en parte de una fuerza que puede transformar y quede hecho transforma la sociedad”
Los bandoleros sociales de acuerdo con Hobsbawm son campesinos fuera de la ley a los que el Estado considera criminales pero que permanecen en la sociedad campesina y considerados como paladines, vengadores y luchadores por la justicia. Y es aquí en donde inscribimos el último de los puntos que nos acercan a Hobsbawm al poner de ejemplo a figuras descollantes dentro del bandolerismo que lograron este “rango” de paladín como es el caso del ya mencionado Efraín González “El Siete colores” quien era concebido como una especie de Robin Hood con poderes sobrehumanos que ayudan a enriquecer el mito dado que: “Se afirma que González era buscado por los campesinos boyacenses y santandereanos como su juez supremo. Dirimía en conciencia, y sin trámites ni abogados, cualquier pleito familiar, de tierras e incluso aquellos con ribetes penales. Pero también lo buscaban como su patrono, porque aseguraban que poseía dotes sobre las cuales existe toda clase de leyendas y de mitos: si la policía lo buscaba se transformaba, por ejemplo, en una flor o cualquier otro ser inanimado que despistaba a las autoridades. La recóndita esperanza de los campesinos radicaba en descubrir sus secretos” .

BIBLIOGRAFÍA



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GONZÁLEZ, Fernán. Para leer la política, ensayos de historia política colombiana. Ediciones Antropos Bogotá, 1997.
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